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Crónica

Bordaron sus tragedias

A través de este taller, en el sur de Guayaquil, ellas han superado crisis de ansiedad, duelos y ‘chirez’, producto de la pandemia. Algunas ya cuentan con una fuente de ingreso

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Leticia aparte de instruirlas en corte y confección les enseña la unidad a sus chicas.Cortesía

De miércoles a sábados, 60 mujeres se reúnen en la cooperativa Estrella de Octubre, sur de Guayaquil. En grupos de 10 a 15 reciben clases de costura por solo 3 dólares al día.

Las prendas que confeccionan van desde ropa deportiva, interior, para niños, trajes de bioseguridad, gorros, mascarillas. Y en diciembre a muchas de ellas se les armó la Navidad, pues vendieron pijamas que fueron caída y limpia.

Su ‘profe’ es Leticia Rodríguez, quien hace cinco años es maestra de corte y confección. Inicialmente daba clases en una asociación, pero por el coronavirus los cursos fueron cerrados, pero ella decidió montar su escuela en su domicilio.

Los talleres que imparte se han convertido en fuente de ingresos para sus chicas, pues algunas no cuentan con ‘camello’ desde 2018; otras fueron despedidas durante la pandemia. También están las que sí tienen trabajo, pero les bajaron el sueldo por la crisis y con las prendas completan ese billete. De igual manera están las otras que replican lo que Leticia hace con ellas, dan cursos por sus sectores y de allí sacan para pagar sus servicios básicos, la escuela de sus hijos y más.

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Las pijamas fueron el producto estrella en diciembre, en las ventas de las emprendedoras.Cortesía

Adiós depresiones y miedos

Pero eso no es todo, a través de estas clases ellas han salido de depresiones o temores. Es que la ‘Miss’, como cariñosamente le dicen a Leticia, también hace de psicóloga. Varias alumnas cayeron en depresión por la muerte de algún ser querido, contagiado por el virus. Es más, una de sus pupilas no quería salir de casa por un miedo excesivo; hoy no se pierde sus clases, son su terapia.

Solidaridad y prosperidad

En el aula no hay chance para el egoísmo, pues la ‘Miss’ no se guarda nada y comparte todos sus trucos, eso es lo que más le gusta a sus pupilas. También Leticia concede media beca a tres de sus chicas, sabe que el problema es falta de billete, no de ganas.

Y siempre se queda, luego de la hora de salida, para explicarle a sus estudiantes lo que no entendieron.

“Una de mis chicas se compró una máquina casera, pero una vez que reunió la plata para adquirir una industrial le regaló su primer equipo a otra. Eso me satisface demasiado”, dice la maestra con orgullo.

Karina Barreiro y Érika Agualongo son hermanas de parte de madre y hace un año son alumnas de Leticia; desde entonces se les metió el ‘bichito’ del emprendimiento y para poder montar su taller en el Guasmo sur recurrieron a ‘cuadros’, agrupaciones que ayudan con un aporte económico mensual de personas, una especie de economía popular y solidaria. Érika se queda atendiendo el negocio y Karina va a clases para seguirse preparando y mejorar el acabado de sus productos. Su meta es tener su propia tienda, marca y generar empleo.

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A Yajaira Restrepo la botaron de una empresa cosmética, era vendedora y por el COVID-19 no alcanzó a vender la cifra presupuestada que le fijaron, pero ella no se quedó de brazos cruzados y se metió al taller, ahora imparte clases por su zona, en Isla Trinitaria.

De esta forma decenas de mujeres salen adelante a punta de hilo y aguja...

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Alexandra Pazos se pega el cruce de la ciudad con tal de tomar sus clases. En su domicilio, en Los Rosales 2, tiene su taller.Cortesía

Detalles

  • Los cursos tienen 2 horarios: en la mañana y la tarde. Sus alumnas vienen de cantones como Durán, Pascuales, también de varios sectores de Guayaquil (Monte Sinaí, Isla Trinitaria, Sauces 4, Cristo del Consuelo, entre otros).
  • Leticia le enseña a ‘coser’ los sueños de 60 mujeres​ y cada taller cuesta $ 3.