Tomás, Azlan, Capo y Caballito son cuatro de los 20 canes que murieron envenenados en el barrio Caminos a la Libertad, en el norte de Quito, el martes 14 de septiembre en la mañana.

Margarita Calderón, moradora del sector y dueña de Capo, contó que aquel día fue escalofriante. Un camino de cadáveres caninos copaba la calle B25.

“Parecía un cementerio”, contó.

Los moradores del sector indicaron que tras revisar las cámaras de seguridad privada que existen en la zona, constataron que los presuntos responsables serían dos hombres que llegaron al sitio, la noche del lunes, a bordo de un vehículo.

“Se bajan y empiezan a caminar de ida y vuelta a lo largo de esta calle. Van dejando el veneno en diferentes puestos, a una distancia de tres metros. Incluso se ve cuando un perrito come eso y dos cuadras más allá se desploma”, narró Calderón.

Casi marcha otra

El 15 de septiembre en la mañana, la alarma se activó nuevamente en este barrio del norte de la capital, cuando los vecinos se percataron de que una perrita agonizaba. “Le dimos detergente con carbón para que vomitara. Pensamos que comió restos de veneno que quedaron”, contó Sammy Boada.

Un equipo del Municipio de Quito trasladó a la perrita a una clínica veterinaria. Asimismo, con una cisterna realizaron la limpieza de las calles.

Yolanda Gaete, gerenta de la Empresa Pública Metropolitana de Aseo (Emaseo), indicó que a través de la brigada “Animales al cielo” se retiraron los cadáveres de los perritos y fueron trasladados a una zona especial en Calderón, para practicarles una necropsia y determinar el tipo de químico que utilizaron para matarlos.

“Contamos con una camioneta tipo ambulancia. En cada ruta recogemos entre tres y cinco mascotas. Estos animalitos que no tenían dueños fueron trasladados al relleno sanitario de El Inga”, agregó la máxima de la Emaseo.

Margarita y los demás habitantes del sector no descartan otro posible ataque. Advierten que estarán atentos y que si las autoridades no toman medidas, ellos lo harán por su cuenta.