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Familiar del joven, cuyo cadáver fue paseado en moto, asegura que no era narco

Conmoción ha causado en Portoviejo el ‘ritual’ que realizaron los ‘panas’ en plena calle. Era aficionado a las motos y habría pedido que lo sepulten ‘bien vacilado’.

El muertito fue sentado en la moto para el último paseo por El Florón.
El muertito fue sentado en la moto para el último paseo por El Florón.Cortesía

¡De locos! El cadáver de Sandy Cedeño Menéndez, fue protagonista de un ‘ritual’ fuera de lo común, un homenaje ‘rayado’ y de una rara demostración de afecto.

Todo sucedió la tarde del lunes 29 de noviembre, en la ciudadela El Florón, de Portoviejo. En ese mismo sector el joven, de 21 años, fue asesinado con 10 tiros el pasado domingo, cuando velaba junto con otros familiares a un tío.

Lo más ‘lámpara’ fue que los amigos de Sandy le colocaron una pistola sobre su pecho y en su boca un tabaco. La foto del cuerpo y esos peculiares detalles circularon por las redes sociales. Pero eso era apenas el comienzo. Lo que vino después dejó más perplejos hasta a los propios deudos.

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El ver el cadáver de Sandy, un padre de familia que dejó a una menor en la orfandad, ser manipulado por los ‘panas’ del barrio, significó para algunos de sus familiares una macabra sorpresa.

Un pariente que prefirió el anonimato reveló que todo habría respondido a un pedido que el mismo Sandy hizo en vida.

“Nosotros no sabíamos nada de eso, no estaba en planes de nuestra familia, pasó en el momento y se dio. Fue recién que otro familiar nos dijo que había sido algo que él quería que se hiciera en su muerte”, contó.

Según el allegado, el joven habría pedido que lo entierren con un reloj y unas gafas que solía usar. Y por su pasión por las motos es que el difunto fue paseado por sus amigos.

Todo eso se generó en medio del llanto, gritos, el rugido de las motos y un alboroto que se armó en una de las calles de este popular barrio.

Y cuando parecía que todo iba a terminar allí, uno de los hermanos de Sandy se acostó sobre el cadáver en el ataúd, a la vez que gritaba: “¡Es mi hermano!, ¡es mi hermano!”.

El familiar reprochó ciertos comentarios en los que calificaban a Sandy como narcotraficante y aseguró que era un joven que vendía legumbres y pescado.

“Eso que dicen que era parte del narcotráfico no es real, si hubiese sido así tuviera buenos carros y buena casa. Vean nomás dónde vive”, manifestó la allegada.

Al extremo

Edison Mero, psicólogo manabita, considera que lo sucedido en este ‘homenaje’ post mortem es una muestra de los extremos que puede sobrepasar el ser humano cuando se trata de un golpe a lo sentimental, ya sea una muerte, una ruptura u otro hecho similar.

“Es evidente que existe de por medio un sentimiento de dolor y tristeza. Pero en medio de todo eso también puede haber consumo de sustancias que lleven a esa situación extrema y por momentos descontrolada”, mencionó el experto.