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Masivo contagio de COVID-19 en asilo de Alausí

Hay afectados 35 adultos mayores y 11 cuidadores del Hogar de Ancianos San Pedro. Tres de los enfermos perdieron
la batalla

ancianos
La propagación fue confirmada, a través de un comunicado, por el Ministerio de Salud.Cortesía

Han transitado por esta vida durante más de un siglo y han sido testigos de grandes cambios de la humanidad. Hoy, afrontan una de sus luchas más complicadas: vencer a la pandemia del COVID- 19, que ha trastornado al mundo y que contabiliza más de dos millones de muertos.

Doña Florinda Moreta, de 106 años, y Rocío Chogllo, de 101, son parte de los 35 adultos mayores del Hogar de Ancianos San Pedro, de Alausí, en Chimborazo, que están afectados junto con 11 de sus cuidadores.

El contagio fue confirmado por el Ministerio de Salud, mediante un comunicado emitido el pasado sábado 16 de enero. Hasta la fecha, tres perdieron la batalla: María Lara, de 91 años, Canuto Guamán, de 95, y Lidia Lugo, de 85 años.

Doce adultos mayores se encuentran hospitalizados en Alausí y Riobamba, mientras que el resto cumple su aislamiento dentro del mismo centro.

Las pérdidas y la situación que se vive tienen conmocionada a toda la población del cantón, que mira con preocupación el hogar de ancianos y el hospital móvil de la cabecera cantonal completamente cercados y con estrictas medidas de seguridad para evitar más contagios.

Abandonados

En el centro se alberga a ancianos de varias ciudades del Ecuador, la mayoría son abandonados por sus familiares o rescatados de condiciones paupérrimas de vida. Precisamente esa fue la historia de don Canuto, quien llegó hace tres años allí. Franklin Ramos lo recuerda desde cuando tenía 15 años, en su natal Alausí.

El fallecido vivía junto a su hermana, pedía caridad y en ocasiones laboraba en el mercado como estibador.

Franklin migró por estudios a Riobamba y les perdió el rastro hasta cuando retornó a su tierra como médico y director zonal de Salud, y pudo brindarles ayuda. “Era una buena persona, logramos hacer el rescate porque vivía en muy malas condiciones, y cada vez que se acercaba alguna ambulancia se escondía o se ponía a llorar, no quería dejar lo que conocía como su hogar”, rememoró la exautoridad.

Fue en su camioneta que logró llevarlo a él y a su hermana, después que ingresaron a una casa que facilitaron unas religiosas, pero que no cumplía con mínimos requerimientos. “Logramos llevarlos al hospital, se les brindó atención y se descubrió que su hermana tenía una cirrosis avanzada, ella falleció días después”, añadió.

Desde ahí don Canuto vivió en el asilo, le entregaron una silla de ruedas y brindaron una nueva familia. La última vez que Franklin lo vio fue el pasado noviembre. “Ya deliraba, me dijo que tenía que ir a ver unos terrenos, pero se lo veía bien”, rememoró con pena.

Llamado a la responsabilidad ciudadana

El doctor Franklin Ramos, que por su maestría se encuentra ejerciendo en Santo Domingo, fue muy enfático en hacer un llamado a la responsabilidad ciudadana. “Pena y hasta indignación da ver cómo la bajeza humana y la falta de preocupación por el prójimo poco a poco se ha apoderado de mucha gente, ya no pensamos en cuidar al otro, perdimos el respeto a esta terrible enfermedad”, exclamó muy preocupado.