Desde que apareció la Covid-19 ya no somos los mismos. Ante el temor al contagio y la muerte, hemos tenido que modificar muchas de nuestras actividades cotidianas; olvidar la rumba; y pasar del contacto físico (besos, abrazos...) a esa aptitud flemática que los latinos tanto criticábamos a europeos y japoneses.

Si antes la gente tenía miedo a ciertos objetos o situaciones, es posible que hoy esas fobias se hayan vuelto inmanejables con la pandemia y, además, se van desarrollado nuevos trastornos en muchas personas.

Para tener una idea de lo que está pasando, solo en Guayaquil, el ECU 911 atendió en marzo de 2021, a 210 casos de personas que llamaron porque necesitaban atención psicológica, de los cuales el 64 % fueron mujeres y el resto hombres. Algo que en la pre-pandemia no se veía o se veía muy poco.

Francisco Andino, ex ministro de Salud y miembro del Foro Permanente de la Salud, asegura que por ejemplo, se están dando casos de conductas que va desde la depresión al síndrome de burnout, que es un estado de agotamiento mental, emocional y físico y que se presenta como resultado de exigencias agobiantes, estrés crónico o insatisfacción laboral. "Esto se lo ve mucho más en los mismos médicos", apunta el galeno.

Andino agrega que la salud mental "se deteriora bajo el concepto de varios elementos como: una socieda violenta, una sociedad enferma y una sociedad desesperada".

Miedos y más miedos

"Ya no hablamos solo de miedo a la muerte, a salir a la calle, a enfermar, a morir. Hoy vemos incluso el miedo a la propia vida, que es lo que está pasando con los suicidios; el miedo a ya no poder recueperar la normalidad...", explica a su vez el psicólogo clínico, Jorge Escobar, especialista en terapia familiar y en terapia sexual de parejas.

Otro trastorno emocional muy común en estos días es el miedo al contacto social, porque existe la percepción de que el temor a relacionarse socialmente es algo que está afectando también a niños y niñas, a quienes, según Escobar, se les está privando de interactuar por el miedo al contagio del virus.

"De esta forma se traslada un miedo a otro porque al no desarrollar la habilidad de sociabilizar, el pequeño (a) va a ver a todos como un coronavirus y para él o ella  toda persona es como un agente de muerte", dice Escobar. "Una fobia social", remata.

El médico no culpa solo a la pandemia de lo que está pasando con la salud mental o emocional. Afirma que ante el coronavirus el "uso del miedo" como proceso para poder mitigar la falta de prevención y educación en salud, hace que se acentúen todos estos trastornos. "Todas estas fobias alrededor de la salud se exacerbaron y hace que lo  que viene después sea peor que el mismo Covid", advierte Escobar, quien actualmente lidera de la Unidad de Salud Emocional en el Hospital Bicentenario de Guayaquil, a cargo de la Municipalidad.

Cifras del Ministerio de Salud Pública (MSP) indican que entre enero y octubre del 2020, año en que surgió la Covid, en el país se atendieron a 230.000 personas en el ámbito de la salud mental, cifra que habría aumentado a alrededor de 300.000 al terminar el año.

Sin embargo, estas atenciones no están exclusivamente a cargo del Gobierno y esa Cartera. Andino y Escobar sostienen que la atención del Estado en psicología y psiquiatría a la población ha sido históricamente nula  y que las cifras que hoy da el MSP, es gracias a los profesionales voluntarios, agrupados en la Red Nacional de Psicólogos.

 Por ejemplo en Guayaquil estos profesionales se activaron desde el 25 de marzo del año pasado en telesicología, para poder ayudar a la comunidad en esta área de la salud. En estos días, solo en la Unidad del Hospital Bicentenario, sus cuatro psicólogos  atienden entre 18 a 20 pacientes diarios.

Problemas generados por el confinamiento

Carolina Peñafiel, también psicóloga clínica y docente de la Universidad Católica de Guayaquil, urge no olvidar que además del aumento de miedos o fobias durante la actual crisis sanitaria, también se dispararon los problemas de pareja, los abusos y la violencia intrafamiliar, precisamente por compartir más tiempo en casa, algo a lo que la gente no ha estado acostumbrada.

"Mucha gente solo se veía en las noches un rato y luego se iban a dormir y se acababa el día. Ahora el hecho de estar 24/7 en casa, durante el confinamiento, hizo que muchas parejas se destruyeran, muchos estados de ansiedad se dispararan, muchas familiares de personas con enfermedades mentales empezaran con estados depresivos, por el hecho de tener que sobrellevar este tipo de situaciones", expresa la profesional.

Agrega que a las personas diagnosticadas se les recomienda hacer una actividad física y que, al no tenerla, empiezan a entrar en un estado de crisis.

Peñafiel aclara que los trastornos mentales no solo afectan a los pacientes, sino también a sus familiares y a las personas que los cuidan, que ven mermadas sus actividades.

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