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Mindo: La serpiente dorada, cumplidora de deseos

Cuenta la leyenda que un culebra de oro apareció frente a unos hermanos en esta población al norte de Quito. Les hizo una oferta que cambió sus vidas

Imagen LEYENDA SERPIENTE DORADA
La leyenda es conocida entre los campesinos de la zona.Adrián Peñaherrera

Desde que Horacio Salamanca era niño escuchaba a su padre contar la leyenda de la serpiente de oro. Una narración originaria de Mindo, en el noroccidente de Quito.

Allí vivió Salamanca hasta que tenía 12 años y no ha olvidado las labores del campo que compartía con su progenitor. “A mí y a mis hermanos siempre nos decía que si trabajamos duro encontraríamos la culebra dorada y al hombre que concede deseos, pero creo que era la forma en la que nos motivaba para ayudarlo”, explica.

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Cuenta la leyenda que en una finca de varias hectáreas habitaban tres hermanos con su ñaña menor. Los hombres se dedicaban a las tareas de ganadería y agricultura, mientras que la jovencita se quedaba en casa y se encargaba de los quehaceres domésticos.

Un día, el mayor trabajaba en los cultivos de banano y caña de azúcar cuando encontró un pesado objeto entre la tierra. Se trataba de una serpiente de oro a la que limpió y llevó a su casa. Al caer la noche, la figura se convirtió en un hombre que le ofreció un trato.

“Era el espíritu de la serpiente y le dijo: ‘Debes pedir algo bueno y algo malo para ti y luego enterrarme donde me encontraste. No debes contarle a ningún hombre sobre lo que has visto. Si no pides algo malo para ti, te daré algo aún peor de lo que aparece en tus pesadillas’”, cuenta Salamanca.

Búsqueda infructuosa

No hubo un solo día en el que él y sus cuatro hermanos no buscaran la pieza dorada entre los árboles frutales de la propiedad de su papá. “Nunca encontramos nada, pero mi papacito consiguió obreros que le trabajen gratis”, bromea ahora casi cuarenta años después.

Luego continúa con el relato. El joven pidió que todos sus cultivos se secaran, pero que luego de algunas semanas, el mejor café naciera. Y así pasó.

Días después, el hermano del medio cuidaba del ganado cuando se topó con la serpiente. Él también se la llevó a su cuarto. En la noche sintió un fuerte temblor y vio al hombre que brillaba. “Le ofreció el mismo trato. El chico pidió que todos sus animales fueran robados por los cuatreros, pero tiempo después aparecieron y se multiplicaran”, relata. Un mes después, el deseo se cumplió.

El tercer ñaño reencontró el pesado objeto en el río. Cuando el espíritu apareció pidió que sus redes se perdieran y el sitio quedara sin animales. Semanas más tarde, en la finca se formó una laguna con miles de peces y camarones.

La sabiduría

La hermana menor sospechó que algo extraño sucedía con sus ñaños y los interrogó. “Ninguno habló de la serpiente como se lo prometieron al espíritu”.

Ellos entendieron que a todos les había ocurrido lo mismo y recordaron que la promesa era no decirle a ningún hombre sobre el espíritu, pero el compromiso no mencionaba nada sobre decírselo a una mujer. Entonces le contaron y la chica salió a buscar la pieza de metal. En la noche el hombre apareció”.

La joven explicó al espíritu que solo las mujeres saben que el bien y el mal pueden estar en un mismo hecho y pidió: “Quiero casarme con un hombre para ser feliz y tener sus hijos, pero para eso dejaré a mis hermanos y mi hogar lo que me dará pena”.

El espíritu pensó que la chica era la más inteligente de los hermanos y se ofreció como pretendiente. Se casaron y como “en todo matrimonio tuvieron buenos y malos momentos”, resume Salamanca. 

Mantener viva la memoria oral 

El guía de turismo comunitario Javier Aconda refiere que la historia forma parte de la memoria hablada de esa localidad rural. “Se va transmitiendo de generación en generación, incluso de esa forma llega a otros sitios”.

Aunque la historia es originaria de Mindo, existen leyendas similares en otros pueblos del país. Por ejemplo, en un recinto de la provincia de Manabí, hay la creencia de una serpiente de oro que aparece ante los campesinos con una bolsa dorada como recompensa por las extenuantes jornadas.

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