SUSCRIBIRME POR $1/ 1 MES

Exclusivo
Familia

La honestidad empieza en 'caleta'

Los actos de corrupción no solo se dan en entidades públicas, estos pueden aparecer en tu hogar si lo permites. Por eso enséñale a tus hijos que los valores… ¡valen!

corrupción
Con los valores enseñados en casa puedes combatir a la corrupción.Archivo Shutterstock

Sale en su vehículo y no le toca circular. Encima no cuenta con ningún salvoconducto que justifique su desplazamiento. De repente aparece un agente de tránsito y lo hace estacionar. Lo primero que se le pasa por la mente es ‘arreglar’. O en algún momento de su vida, le dio un ‘cariñito’ al profesor que ayudó a su hijo en el examen de supletorio.

 Aunque le cueste reconocerlo estas acciones carecen de honestidad, y en ocasiones se las quiere cubrir con términos que las hagan sonar menos vergonzosas, señala el sociólogo y catedrático Juan Salazar, quien manifiesta que hay dureza a la hora de juzgar los actos de los demás, pero cuando se trata de uno hay justificación y condonación.

Para la psicóloga clínica y orientadora familiar, Miriam Florencia, la corrupción es un acto de la voluntad, en el que la persona decide actuar de esa manera, por lo general nadie lo obliga, y estos comportamientos van de menos a más. La experta indica que los valores son fundamentales. “Si en la familia no se fomenta todo tipo de principios, vamos a vivir en una sociedad llena de deshonestidad, en la cual el hombre es el enemigo de su especie y prevalece el individualismo ante los intereses de la colectividad”, enfatiza.

Así como el descanso físico y la buena alimentación es esencial para una vida llena de bienestar, la honradez lo es para la salud del alma, que la nutre de armonía, y eso es lo que busca el ser humano: la paz interior.

La honestidad a su vez le da solidez a otras virtudes como el respeto, la solidaridad, la integridad, entre otras, expresa la psicóloga clínica, Maribel Velásquez, quien menciona dos posibles consecuencias, a corto y largo plazo. En la primera podría presentarse la desconfianza hacia las leyes y las personas que las representan; y en la segunda, la declinación de valores éticos y morales, es decir la naturalización de la corrupción, en otras palabras, acostumbrarse a ella.

Hay cómplices silenciosos

La familia hoy en día carece de valores y se va transmitiendo de generación en generación. “Por eso vemos casos en el que los padres cometieron algún acto de deshonestidad, luego los hijos también los realizan, los nietos y así sucesivamente”, subraya Florencia, quien dice que un corrupto tiene cómplices silenciosos en casa. “Un esposo de la noche a la mañana cambia de carro, compra casa nueva, gasta dinero en viajes sin recibir un aumento salarial notable. Inmediatamente debe sospechar su familiar más cercano, por ejemplo su pareja, pero a veces calla porque le gusta el nuevo estilo de vida o lo ama demasiado y decide callar”, finaliza.

RELACIONADAS

La oenegé Transparencia Internacional publicó en enero pasado el Índice de Percepción de la Corrupción en 180 naciones, sustentado en las evaluaciones de expertos que miden la corrupción del sector público. Ecuador se ubica en el puesto 93.

EXTRATIPS

  1. No consientas ningún acto deshonesto, ya sea como espectador o actor. Recuerda: Siempre serás el ejemplo a seguir de tu hijo.
  2. Si tu vástago tiene algo que no le compraste, indaga. No para acusarlo, pero sí para saber su procedencia.
  3. Si hay leyes en casa, en la escuela, recuérdaselas y explícale que estas son para el beneficio del hombre y la comunidad. Asimismo hazle ver que cada acto tiene su consecuencia y en el tema de la corrupción, según el caso, puede implicar cárcel, expulsión del colegio, etcétera.
  4. Enséñales que quizá no puede impedir los actos de corrupción de otros, pero sí los propios. Que vivir en integridad le permite dormir sin temor de ser descubierto y que la persona honesta goza de aceptación, prestigio y es digna de confianza.

"Hay personas que trabajan honestamente, pero a veces el usuario fomenta la corrupción, pues se vive en una sociedad en la cual no existe la paciencia”.
Miriam Florencia, psicóloga y orientadora familiar
"Ellos robaron millones, yo solo di un regalo. La magnitud cambia, pero es lo mismo. La gente dimensiona por la cantidad que se llevaron, eso debe cambiar”.
Juan Salazar, catedrático y sociólogo.