SUSCRIBIRME POR $1/ 1 MES

Exclusivo
Familia

Paciencia, la adolescencia pasará

Si su hijo no puede manejar sus emociones, controle las suyas. La clave está en la comunicación y el afecto. Solo recuerde que esta etapa es temporal y que usted también fue muchacho...

adolescente
La adolescencia es una etapa de transición para el chico y por lo general se la vincula con la conflictividad.Pixabay

La niñez es una etapa soñada para los padres, pues el menor por lo general les obedece. Pero en la adolescencia esto cambia un poco, ya que el muchacho no se sujeta fácilmente a la autoridad, es desafiante y cuestionador, sostiene Toyi Espín, psicóloga y terapeuta familiar, quien afirma que una de las características en este periodo es la rebeldía. A esto hay que añadirle los cambios psíquicos y emocionales que ellos sufren

“Un chico difícil es aquel que nunca obedece y siempre lleva la contraria al adulto”, define Espín.

Su colega, Kati Rueda, dice que los adolescentes pretenden demostrar su independencia y autonomía, cuestionan las reglas y es ahí cuando los padres sienten que ellos les refutan, los tildan de rebeldes y nace el conflicto. “Los progenitores quieren seguir controlando totalmente a su hijo, como cuando era niño, pero ahora deben guiarlo a expresarse con respeto”, aconseja la psicóloga Rueda.

Las conductas conflictivas pueden producir disfuncionalidad en el hogar, ruptura de lazos afectivos, resentimientos y dolor, indica Espín.

Problemas de habilidades sociales, timidez, soledad, amigos belicosos, violencia familiar, peleas, discusiones, trastornos de conductas alimenticias, consumo de alcohol o drogas son algunas de las consecuencias en los chicos, enumera Rueda.

RELACIONADAS

Comparación ofensiva: Está en ‘la edad del burro’

No use esta frase porque ellos la pueden malinterpretar. Se los compara de forma despectiva con el burro, animal considerado terco e ignorante y esto puede generar una molestia en los adolescentes, indica Rueda.

Espín señala que ellos rechazan la etiqueta porque la equiparación es una ofensa a su autoestima.

EXTRATIPS

    • Mire sus cualidades. En lugar de ser el gruñón que reprocha y expresa frases como: “¡Cuántas veces tengo que decirte...!”, “Me tienes harta con tus...”, esfuércese en recordar lo positivo que él tiene y dígalo en voz alta. Eso produce confianza en el chico y así no será el juez eterno que solo recalca errores. No es que no corrija, sino que evite enfocarse en lo malo.
    • Hable bien de su hijo. Los trapos sucios lávelos en casa y no diga nada negativo de él frente a otros. ¿Le gustaría que él hable de usted? Esos comentarios hacen que se aleje y afecta a su autoestima.
    • ¡Cálmese! Antes de decir o hacer una tontería de la cual pueda arrepentirse, cuente hasta 10, 100, 1 millón. Y repita: “Él no es así”, “son las hormonas”, “es temporal”.
    • Cree una comunicación asertiva y afectiva. Evite monólogos y riñas. Pida perdón por críticar y reprochar, eso sana. Compartan tiempo realizando actividades afines.
    • Recuerde, él lo quiere. Quizá no lo demuestra y rehúye a besos y abrazos. En esta etapa es normal que prefiera a los amigos de su edad.
  • Frente al conflicto use frases como: “Cuando te vas mientras hablo (describa la circunstancia) me molesto (exprese la emoción o sentimiento) porque eso ve tu hermano y te imita (hable de las consecuencias)”.
  • Sea firme como autoridad. Dele responsabilidades y reglas, sin dañar su autoestima. Que participe en la creación de las normas que le atañen, que opine de ellas, pero eso no significa que los padres las tengan que modificar. Que él sepa cuáles son las negociables y las que no lo son. Siempre busquen solucionar el conflicto juntos.
"Estén dispuestos como padres a aceptar lo que sus hijos piensan de ustedes y enmienden con humildad y sencillez de corazón sus faltas”.Toyi Espín, psicóloga y terapeuta familiar
adolescente
Los conflictos de adolescencia no son estrictamente relacionados a problemas previos dentro del hogar.Pixabay
"Los gritos no se pueden consentir en ninguna de las dos partes. Cuando se alza la voz se pierde la comunicación. Mejor escuche y sea empático”.
Kati Rueda, psicóloga y docente