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Buena Vida

'El Tigre', un tendero de Quito con ritmo y sabor

Cuando llegan sus clientes, William Patiño canta y ellos quedan felices. La música es su impulso y además tiene vivencias como conductor de camiones

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'Conquista a sus clientes con un variado repertorio que entona mientras atiende su negocio.Karina Defas

William Andrés Patiño era tan parecido a su padre que lo llamaron El Tigre. Con las mismas ‘pintas’ -gordito y bajito- fue a ofrecer su disco en las radios de Tulcán. Música popular, del recuerdo, rancheras y baladas eran parte del repertorio con el que empezó su carrera...

Hoy, más de 15 años después, su estilo es el mismo, pero ha sumado a sus presentaciones unos corridos colombianos, muy similares a los de Jessi Uribe y Yeison Jiménez.

Aunque la música es todo en su vida, el ser artista no le ha sido fácil, pues ha tenido que combinar su amor por el arte con trabajos convencionales.

Es así como ser tendero y conductor de camiones se volvieron las plataformas para conseguir el sustento necesario y sacar a su familia adelante, pero también para grabar sus discos.

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Antes de la pandemia, el artista tenía cuatro o cinco presentaciones durante el fin de semana.Cortesía

Antes de la pandemia, “todo era más sencillo”, asegura. Dejaba sus compactos en las discotecas del sur de Quito y tenía cuatro o cinco presentaciones por semana; sin embargo, cuando los escenarios se cerraron, debió abrir un pequeño estudio en casa y hacer shows en línea, serenatas y saludos para sus seguidores desde la sala de su casa.

Atender la tienda que montó junto a su esposa también le gusta. Mientras percha (acomoda) los productos, entona melodías y atrae a los vecinos del sector. A veces, sin notarlo, arma miniconciertos. “Me dicen ‘vecino, siga nomás cantando, no pare’. Así que yo les entrego sus cosas, les cobro y doy el vuelto mientras canto”, refiere. Con ese ‘plus’ ha logrado competir con las cinco o seis tiendas que se levantan en la misma calle que la suya.

Los obstáculos

Cuando El Tigre era solo un niño, sus padres se separaron. Así que a los 12 años tomó a su hermano menor y dejaron el hogar. Al principio, consiguió trabajos como albañil y vendiendo espumilla.

Sin embargo, con el tiempo entendió que lo suyo era la música y desde entonces no pudo parar. A sus 20, él se mudó a Colombia tratando de impulsar su carrera y, aunque no lo logró -al menos como él hubiera querido-, la música corrida le quedó como experiencia.

A su regreso a Quito, siguió probando suerte con los shows, pero para tener algo estable, empezó a trabajar como conductor de un camión. “Mi papá me enseñó a manejar. Puedo conducir todo vehículo a motor. Desde una moto hasta una retroexcavadora”, menciona.

Confiesa que estar detrás de un volante es bastante pesado, sobre todo por los recorridos Sierra - Costa que realizaba con carga pesada.

“En un viaje Guayaquil-Durán me contagié de coronavirus. Tenía todos los síntomas: dolor del cuerpo y mucha fiebre. No podía volver a la casa para no contagiarles, así que estuve 18 días en la cabina del camión”, describe.

Lo más grave es que su jefe -que se había endeudado en el vehículo poco antes de la pandemia- le pidió que siguiera trabajando... por eso y otras cosas prefiere seguir en su tienda.

“Estoy mejor acá... tengo a mi esposa, a mis hijos y mi música”, concluye. 

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