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Buena Vida

¡Con sus vídeos, Mario Cabezas ayuda a ‘drogos’!

Alejado de la televisión, el artista se dedica a buscar historias urbanas de talentos.

Foto de Sistema Granasa
Cabezas continúa con su característico look del cabello rubio. Es como su marca personal.Fotos: Henry Lapo / EXTRA

Con un celular en mano el actor Mario Cabezas, conocido por su personaje de Tilín Tilín, sale a las calles en busca de talentos escondidos, pero también de personas con problemas de alcohol y drogas.

En sus redes sociales comparte vídeos en los personajes cuentan sus historias. Verlos a ellos le recuerda parte de su vida, ya que él se siente un artista que salió de la calle, pues allí pulió su talento y fue en una iglesia donde lo descubrieron para después participar en programas de televisión, contó a EXTRA.

Conocer los testimonios de los adictos lo trasladan al tiempo cuando él consumía base de cocaína y por eso busca ayudarlos, haciendo que se desahoguen a través de los vídeos y buscándoles tratamiento médico.

Cabezas asegura que lleva más de 25 años limpio de drogas. Cree que no pudo haber salido de aquel mundo sin la ayuda de Dios.

Rememoró que una noche en su casa estaba consumiendo, en medio de la oscuridad vio una mano que tiró el estupefaciente al piso y que lo agarró para que no la recogiera. El artista atribuye dicho episodio a una aparición divina.

Los problemas que en su momento tuvo lo llevaron a caer en la dependencia. “Yo quería suicidarme, pero en lugar de agarrar un arma o un cuchillo, cogí la droga”, dijo.

En aquel entonces era joven, el paso de los años, ni el haberse convertido en policía hicieron que cambiara.

Cuando trabajaba en aquellas institución con el dinero que ganaba en lugar de mantener a su familia compraba sustancias. Incluso, extorsionaba a los microtraficantes para que le entregaran su vicio.

“Mi mamá se murió de verme en la droga, en su velorio yo fumaba”, recordó con tristeza.

Se sentía encadenado y llegó al extremo de consumir en horas de trabajo, cuando lo descubrieron lo botaron de aquel empleo y no vio más opción que montar un negocio.

Sin embargo, aquella actividad no lo salvó. El vicio siempre aparecía, a tal extremo que llegaba a desnudarse y salir así a las calles a golpear a la gente. “Agarraba botellas y se las lanzaba a la gente, por suerte que no maté a alguien”.

Quien era su esposa en aquel tiempo lo abandonó, pues ya no aguantaba la situación. De la depresión un día sacó todas las cosas de su emprendimiento a la calle y las vendió.

Con ese dinero seguía consiguiendo droga hasta la noche en la que tuvo el encuentro con Dios, rememoró que después de eso decidió entregarse por completo a Él y con ayuda no volvió a probar sustancias.

Ahora, encaminado en ese propósito y en esa deuda que tiene con la deidad, intenta asistir a los demás para que salgan pronto de aquel calvario llamado drogadicción, finalizó.