Si hay algo que supera a la pasión por el fútbol es el amor de mamá. Así quedó demostrado en las gradas del estadio Alejandro Serrano Aguilar, cuando las madres de las jugadoras del Deportivo Cuenca hicieron sentir su apoyo para conseguir el título de la Superliga femenina.

Una de las barras que más llamó la atención por sus banderas fue la de la futbolista Samantha Avilés; su madre, Cruz Zoller, dice que es hincha de El Nacional en varones y del Cuenca en mujeres. Ella fue una de las que más disfruta el tricampeonato que logró su hija: dos con el Deportivo Cuenca y uno con El Nacional.

“Esto es una felicidad increíble, solo le doy las gracias a Dios que ha permitido que mi hija vuelva a ser campeona y que yo tenga una camiseta más”, expresaba la orgullosa madre, quien estaba junto a sus hijos Brigitte, Karina y Joffre.

Ellos conformaron un grupo de apoyo junto con sus amigos José Banchón, Andrés Aguilar, Dayanna Cejido y Jhonny Latacela, todos del sector el Cheperio de San Juan. Pero eran unas 20 personas que viajaron desde la provincia de Los Ríos hasta Cuenca.

Los demás familiares de las jugadoras, entre los que se mezclaban hermanos, primos, sobrinos y ‘panas’, pasaron de la angustia a la alegría cuando terminó el partido (0-0) contra Ñañas, la noche del sábado.

PELOTERA COMO MAMI

Suany Fajardo es tricampeona nacional, dos veces con D. Cuenca y 1 con El Nacional, su madre Mariana Bustamante y sus hijas Melissa y Anabel también estuvieron en las gradas. “Es una alegría demasiado grande, ver a mi hija otra vez campeona”, expresaba la mamita, quien viajó desde el sector de El Recreo de Durán.

“Ver jugar a mi hija me encanta. Comenzó jugando en el suburbio. A los 13 años yo no la quería dejar ir a Unión Española, pero ella quería ser jugadora de fútbol, pero ahora disfruto sus tres campeonatos”, decía Mariana, quien también peloteó hasta los 40 años.

ORGULLO DE FERTISA

Isabel Jhonson es hermana de Inés Jhonson, volante morlaca que en 2019 fue campeona de la Superliga; también estuvo en el estadio Ciro, su hermano, y su sobrino Darlen.

Viajaron desde el sector de Fertisa, en el sur de Guayaquil; dice que verla campeona a su ñaña la llena de orgullo, pero que se siente feliz, porque sabe cómo su familiar le ha tocado sacrificarse por el fútbol. Recordó que el campeonato de 2019 la acompañaron sus tías, quienes vinieron desde Estados Unidos.

Ariana Castro, mediocampista con gol que tuvo un paso por Emelec, también fue alentada desde las tribunas.

Su padre Cristian viajó desde Mapasingue, norte de Guayaquil, para apoyarla. “Verla dar la vuelta olímpica, con su primera medalla de campeona, es un regalo. Es algo que solo queda darle las gracias a Dios. No se puede pedir más”.