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¡Carlos Gruezo, el Gladiador silencioso!

Lleva una década siendo parte de la Tricolor, desde que jugó el Mundial Sub-17 en México 2011. Las críticas no le hacen ni broma. 

Con Carlos Gruezo pasa algo raro: es de hablar, pero sin micrófonos. Cuando los ve  frente a sí, les hace un dribling, igual que cuando recibe la pelota en el medio campo de Ecuador. Le huye a las entrevistas. Es más, cuando se le propone una él termina abruptamente la conversación con los periodistas.

¿Pero quién es Carlos Gruezo?  Su padre, también llamado así, fue delantero de Barcelona y ahora es asistente técnico de Luis Zubeldía en el Lanús de Argentina.

Gruezo quería ser delantero como su papá, pero un día se dio cuenta de que ese no es su puesto.

Ya tiene dos Mundiales: jugó el Sub-17 de México y el de Brasil 2014.

Su exentrenador en la Tri Sub-17, Javier Rodríguez, lo recuerda así: “Carlos tiene calidad, una riqueza técnica que solo los entrenadores saben dónde puede explotar. Tiene una paciencia para aprender que es increíble, por algo lleva 10 años en selecciones”.

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LO PEOR

Gruezo, entre bromas y fuera de micrófonos, dice que se ‘bañó de aceite’, por lo que las críticas no le hacen nada y los aplausos solo lo incitan a ser más responsable. Cuando le decían que la gente no estaba de acuerdo con su llamado, entrenaba más fuerte.

Ha jugado más tiempo en el exterior. Tiene un amor gigante por su Quinindé del alma, es por eso que en Navidad no se olvida de su gente. Siempre hace sus cosas en ‘voz baja’. Su ayuda al prójimo solo la conoce él y quien la recibe.

Ahora está empeñado en darle un equipo en la Serie B a su Quinindé, en lo que trabaja con el UDJ Quinindé.

A ratos le entra la nostalgia de la comida y recuerda a doña Ruth Arboleda, su madre que, a decir del jugador, es la mejor chef que hay en Ecuador. “Extraño la comida de mi madre, en especial el encocado, eso es una ricura, fuera de serie”.

AHORA

En el 2000 vivió su peor momento: una lesión lo dejó seis meses fuera de la cancha, el mayor tiempo que ha estado inactivo, pero cuando le tocó volver llegó la pandemia de COVID-19. Ese tiempo ayudó para que se recupere y fue el primer ecuatoriano en volver a actuar luego del encierro por la crisis sanitaria.

Le gusta leer libros de teología (temas acerca de Dios) y la Biblia. Es algo a lo que le dedica mucho tiempo, pero igual, como todo, lo hace en silencio.

Se lo criticó porque su representante era José Luis Chiriboga, hijo del expresidente de la FEF, pero Gruezo cuando se le preguntó sobre el tema dijo: “Es un honor y un privilegio vestir la camiseta de Ecuador, aunque sea muy criticado, y si Dios me pone en un lugar es porque así es su decisión. Es fácil estar sentado frente al televisor, decir cosas y señalar. Hay gente que sabe de fútbol y valora lo que uno hace”.

Ahora es el segundo jugador con más minutos de la era del DT Gustavo Alfaro, detrás de Pervis Estupiñán.

Por ahora, el gladiador silencioso se prepara para las próximas ‘peleas’ que lo llevarán a luchar en Catar 2022. Gruezo sigue en silencio, repartiendo pelota en el medio campo de la Tri.