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Judicial

Un baleado y un llorón: crimen en la avenida Real Audiencia, norte de Quito

A la víctima le metieron un 'pepo' en el pecho. El sospechoso aprehendido se fue 'de mocos'. La policía dice que sería un "ajuste de cuentas"

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En muerto quedó tendido en la vereda, donde hay una huella de sangre.Marco Quiñónez

“¡Ladrón, ladrón!”, escucharon los vecinos de la avenida Real Audiencia y Héctor Manotoa, en el norte de Quito. Con miedo, muchos cerraron rápidamente las puertas de sus negocios... De pronto, sonaron varios disparos: ¡pum, pum, pum! Dicen que fueron tres...

Minutos más tarde, cuando todo parecía haber vuelto a la normalidad, salieron para ver lo que había ocurrido en la calle. En la vereda, al pie de unos grafitis de ballenas enormes, estaba el cuerpo ensangrentado de un hombre.

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El aprehendido.ER

Los policías recibieron una alerta del ECU 911 a las 11:00 de este 9 de septiembre. Cuando llegaron observaron que la víctima tenía una herida en el pecho. Tras recabar información de los testigos, explicó el mayor Édison Venegas, en aquel lugar se había producido una balacera en la que estuvieron involucrados un Aveo rojo y una Pulsar azul.

Hasta ese momento desconocían si el hombre que había recibido el disparo iba en alguno de los vehículos. Lo que sí detallaron los uniformados fue que no se trataría de un sicariato y que el muerto no sería una víctima colateral, sino que el hecho habría detonado por un “ajuste de cuentas”, manifestó Venegas.

Poco después, la policía aprehendió a un sujeto como sospechoso, quien aseguró a los oficiales que no había sido el causante del asesinato y que había llegado del Puyo, provincia de Pastaza.

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El muerto en la vereda.Cortesía

Él fue llevado al Distrito La Delicia, en el norte, donde se puso a llorar. No abría los ojos, se secaba las lágrimas y los agentes de Criminalística le tomaban las huellas. Mientras tanto, en el lugar del crimen, los policías continuaban levantando indicios alrededor de la mancha de sangre que había en la vereda. Luego pasó un señor con sus dos perros por ahí. Estos olfatearon el charco como si nada y se fueron. Pero al muerto nadie lo lloró (en ese instante, al menos), ya que no hubo familiares.

Los vecinos, como si intentaran descargar al barrio de la inseguridad y el crimen, repetían que el ‘tieso’ y el aprehendido no eran de ahí. Que habían llegado desde la avenida Galo Plaza Lazo, y que tampoco habían sido ladrones.