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3 requisitos mínimos para aplicar a una alimentación bien barata
Los casos que se atienden son de extrema pobreza. En estos lugares los productos se venden con un 90 % de descuento de lo que normalmente cuestan.
Así como hay banco para el dinero, también lo hay para los alimentos. Las diferencias, sin embargo, son abismales: el banco mueve harto billete y los de alimentos cubren su cuota con las justas.
Es decir, en lo segundo sí que hay ahorro porque se evita el desperdicio de comida, —se calcula que en Ecuador 60 % de los desechos orgánicos generados corresponden a alimentos— pero dependen en buena parte de donaciones, por lo tanto, no es un servicio para todo el mundo.
En el país hay al menos unos tres bancos de alimentos: el de Quito, Guayaquil y el Azuay. Todos surgieron en la década del 2000.
José Vegara es ayudante de operaciones del Banco de Alimentos de Quito, donde mantienen venta directa con sus clientes, que han sido preseleccionados y por ahora son 480 familias.
Él menciona que aunque quisieran, el beneficio de comprar el atún a 20 centavos, por ejemplo, no se los pueden dar a todos sino solo a casos de extrema pobreza. Esto porque ya ha habido quienes quieren armar su tienda con productos baratos.
Si ese es tu caso, ni pienses en apuntarte, más bien revisa aquí los requisitos mínimos que se consideran:
1. No tener un trabajo formal.
2. Tener ingresos mensuales por debajo de los $ 150.
3. Ser vendedor ambulante, recicladores, personas que trabajan lavando ropa, por ejemplo.
Esta parte es una previa solo para evaluar si tu familia es o no un caso urgente. José menciona que los interesados pueden inscribirse, pero que sí o sí deben pasar por una evaluación socioeconómica y una visita al hogar.
En cuanto a los demás casos que también acuden hasta el Banco de Alimentos de Quito (Av. Maldonado y Balzar) asegura: “No es porque no queramos ayudarle, sino porque no nos damos abasto”.
Para que el cupo de familias se incremente se necesitan más donantes, no importa si viene de parte de una empresa o de una persona particular, la idea es que la colaboración llegue. José dice que lo menos reciben son las proteínas y productos con fecha de caducidad extendida, como el aceite. Entonces, ese tipo de cosas son las que más se agradecen si se quiere aportar.
La misma meta en luchar contra el hambre tiene el Banco de Alimentos Diakonía en Guayaquil, solo que aquí el trabajo se lo hace con 48 fundaciones afiliadas a la red. Es decir, no hay ninguna compra directa como sucede en Quito, pero el beneficio igual llega.
Martín Ochoa, es el encargado del departamento de Marketing y Comunicación y dice que a través de esas organizaciones ayudan a 14.000 personas.
Al igual que con los otros bancos de alimentos, se rescatan los que tengan problemas con el etiquetado, empaque o su fecha de vencimiento esté próxima.
En Guayaquil, ellos recuperan las frutas y verduras del mercado de abastos Montebello, a donde acuden con sus voluntarios dos veces por semana. “Hacemos una transformación del alimento: 80% para pulpa o papilla y 20% para abonos”, cuenta Ochoa.
Lo importante de estos alimentos es que no se desperdician y terminan en la barriga de alguien que sí lo necesita.
Para que tengas idea del problema, esto fue lo que concluyó un análisis de la FAO: si la pérdida y el desperdicio de alimentos fueran un país, sería el tercer mayor emisor nacional de gases de efecto invernadero.