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Nelson Coppiano, el necropsista con más de 6 mil autopsias
Cuenta cómo es su vida al lado de los fallecidos. Dice que si los trata bien, ellos “colaboran”. Todas sus curiosas anécdotas de puertas hacia dentro de una morgue en Ecuador.
Por las manos del arreglador de cadáveres (tanatólogo y necropsista) Nelson Coppiano han pasado, mal contados, más de 6.000 muertos. Con una particularidad: él les habla, se les encomienda y, de manera desprevenida, pero muy respetuosa, los manda a ‘vacilar’ al más allá. Dice que, por esa razón, es que lo han salvado de morir. Ellos lo protegen en el camino.
Consentidor
“Mijo déjate arreglar, te voy a mandar guapo para que te enamores, consigas una pelada y seas un garañón completo arriba”.
Esto es lo que les dice, por ejemplo, Nelson a los cadáveres que ingresan a su laboratorio ubicado frente al Centro Forense de Manta, provincia de Manabí.
Dice que esas palabras las utiliza para que los muertos “le colaboren”, dejándose preparar para ir a su última morada. Pero no todo sale ‘a pedir de boca’...
Hay algunos que “se le portan mal”, pero también están los que no les cogen los reactivos químicos de inmediato. Asimismo los que botan fluidos por boca y nariz o incluso hasta los que “le esconden las pinzas quirúrgicas”. Eso dice, sin dar mayores explicaciones.
Pese a todo, sostiene que “hay que tratarlos bonito porque de esa manera ellos se dejan maquillar, preparar y uno puede realizar su trabajo sin inconvenientes”. Y prosigue: “Cuando les hablo, siento que ellos sonríen y se relajan”, explica el manabita, mientras maquilla con una pequeña brocha los pómulos de uno de sus clientes.
Su día a día está ligado al más allá. Esta actividad es su estilo de vida, la que escogió a temprana edad. Coppiano vive de los muertos, cuando no los hay pasa de brazos cruzados y dice que es algo que se siente en el bolsillo porque se queda sin plata. Por muchas razones, unas explicables, otras no, es que los extraña cuando no los tiene de cerca.
Encuentro con la muerte
Todo inició a los 10 años. Entonces, empezó a tener contacto cercano con la muerte cuando trabajaba en una funeraria del cantón Chone, de Manabí. Estaba cerca de los ataúdes y observaba los cadáveres sin recelo alguno.
A los 12 años, el propietario de dicha empresa de servicios fúnebres le consultó si le gustaría aprender a preparar a los muertos. Aquel adolescente vio que sus sueños que se alineaban en el futuro a la medicina podían irse encaminando con esta actividad.
“No había quién lo hiciera. Solo me dieron un diálogo, con eso enfrenté mi primera prueba. Tuve que formolizar un cadáver a través de jeringuilla en el abdomen y la caja torácica. Me salió bien y poco a poco fui obteniendo experiencias” rememoró.
En ese tiempo, por el trabajo del experto en la ciencia de la muerte (tanatología), se pagaba entre 10.000 y 20.000 sucres. Lo hacía de forma empírica. Pero luego por otra funeraria en la que trabajó fue enviado a Colombia para recibir una capacitación.
“Para cumplir con esta labor hay que estar preparado emocional, mental y sicológicamente. Recuerdo que nos hicieron ver la película ‘Violines en el cielo’. De esa forma uno ve la composición de los cadáveres de forma cruda”, enfatizó.
Técnicas y mecanismos
Coppiano explicó que se hacen, básicamente, dos procesos: la preparación y la conservación.El primero se desarrolla a través de la colocación del formol por medio de jeringuillas y que es un procedimiento que no requiere de mucha técnica y que suele aprenderse por la práctica.
El otro proceso es la conservación, que es el mantenimiento de un cuerpo por más tiempo sin que se descomponga. En este se realiza una pequeña operación. Para esto se efectúa un corte de bisturí ya sea en el muslo o en el cuello de unas tres pulgadas. Se lo hace por las vías femorales o carótidas. Allí se incrustan unas mangueras similares a las utilizadas en los sueros.
“Aquí se usa agujas sin puntas, de esa forma evitamos dañar el cadáver. Una vez que ha corrido todo el formol por el cuerpo se procede a realizarle un baño de desinfección con químicos, luces ultravioleta para eliminar bacterias, para dejarlo guapo”, indica el experto.
Un proceso normal de conservación de un cadáver por muerte natural puede tomar 20 minutos, pero cuando se trata de muerte violenta, dependiendo como esté el cuerpo, por ejemplo si es baleado, se debe suturar y cerrar los orificios. Este último proceso toma una hora y treinta minutos.
Cuando se requiere tenerlo cuatro días se realiza un procedimiento llamado evisceración, mientras para mantenerlo por seis u ocho meses, o incluso un año, se usan técnicas más profundas, en las que se trata todo el cuerpo. “Para esto no usamos formol, sino unos nuevos insumos denominados cavita (abdomen) y arterial (arterias)”.
Coppiano recordó que los ancestros para mantener los cuerpos utilizaban una masa compuesta por ajo macho, ceniza y manteca de animales.
Los precios de estos procesos oscilan entre 50 y 80 dólares.
¡Vio resucitar a un fallecido!
Dentro de esta profesión, el manabita ha sido testigo de diferentes situaciones. En sus inicios, incluso le tocó viajar dentro de un ataúd hasta Quito. Iba en la parte de atrás de una carroza y por la lluvia tuvo que refugiarse en una caja.
Otra de las experiencias las vivió en el sitio Pavón, del cantón Chone. En pleno velorio, el cadáver se sentó sobre al ataúd, causando sorpresa y miedo en los presentes, quienes despavoridos salían por las ventanas y puertas de aquella vivienda. El ciudadano que había muerto por infarto unas tres horas antes, al verse metido en un cofre mortuorio y rodeado de gente llorándolo, terminó muriendo de otro paro cardíaco.
Uno de los casos que más le impactó fue el observar el cadáver de dos niñas agarradas de las manos, hecho que se dio en el accidente aviatorio de La Dolorosa en Manta.
En su momento Coppiano se negó a formolizar a una dama que había sido desahuciada por los médicos y un yerno quería que se cumpliera con este proceso. Sin embargo, esto no se dio hasta que la fémina muriera unas horas después. “Los muertos me han ayudado. Me protegieron en un accidente de tránsito en moto, estoy seguro que fue así”, afirma.