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¡Fue a denunciar un abuso y le pidieron que se contactara con su violador!
Madre de la víctima se queja por la forma en que se trató el caso en la Unidad de Flagrancia de la Fiscalía. A la afectada se le hizo repetir al menos 5 veces lo sucedido.
Una joven, de 15 años, que denunció ser víctima de una violación, no solo está indignada por el delito del cual fue víctima, sino también por el trato que recibió durante la denuncia. Su madre conversó con EXTRA e indicó que, por ambos motivos, la joven no quiere regresar a Quito.
La progenitora de la víctima trabaja en otra provincia, por lo que el día en que ocurrieron los hechos ella se encontraba fuera de la capital. “Mi hija no se contactó directamente conmigo, sino con una amiga que tenemos en común y vive en el extranjero”, manifestó en conversación telefónica con este medio.
La muchacha fue hasta la casa de unos vecinos, donde se improvisó una reunión entre los presentes, el pasado 25 de mayo. El responsable estaba entre los invitados, quien habría perpetrado el hecho. La mujer no dio mayores detalles de cómo ocurrió el suceso.
La afectada regresó al domicilio y a la medianoche llamó a la allegada. Ella, por su parte, telefoneó a la madre de la muchacha. La mujer, al conocer lo que vivía su hija, inmediatamente viajó a Quito para acompañar a su ser querido e iniciar con los trámites. Pero no se imaginó que pasaría un nuevo calvario en la Unidad de Flagrancia de la urbe.
La madre de la víctima comentó que fueron hasta una oficina en donde se escuchaba y veía todo lo que se hacía la interior. “Pensaba que solamente se tomaría una versión”, acotó. Le preguntaron por la dirección del implicado, pero no pudieron darla porque no la conocieron. Incluso una de las preguntas que más molestó a las dos fue que les dijeron si podría contactarse con el sospechoso para saber dónde vivía. Después de ello fueron a otro piso para los exámenes ginecológicos y pidieron nuevamente la versión.
“El médico dijo que esperemos o vayamos al día siguiente, porque las practicantes no estaban allí”, rememoró. Finalmente, les indicaron que debían aguardar para los exámenes psicológicos y les dijeron, otra vez, que tenía que detallar lo sucedido. En total lo hicieron por cinco ocasiones.
El trámite fue tan agotador que la joven se durmió en las sillas donde recibió la atención de la doctora en psicología. Ambas pasaron toda la noche e incluso sintieron el sismo generado por el terremoto en Perú.
Dieron las 06:00 del 26 de mayo y no arribó el juez, por lo que decidieron abandonar las instalaciones de Flagrancia. “En ningún momento han buscado al agresor, ni lo han detenido. Nadie fue contactado”, denunció.
Luego de todo el suplicio, ellas se fueron de la ciudad y ahora la joven no quiere regresar a Quito. Tiene miedo de lo ocurrido y está amparada con su madre, quien se encuentra actualmente en el Oriente ecuatoriano.
Hasta ahora, el único pronunciamiento que ha habido fue desde la Fiscalía, a través de un boletín de prensa donde se manifestó que no se permitirían conductas inadecuadas de los funcionarios que conozcan de este tipo de hechos.
Según los protocolos implementados por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), en este tipo de situaciones que atraviesan los menores de edad debe existir una escucha adecuada: permanecer calmado y nunca culpar ni juzgar al niño.
“Es importante asegurarle que no es su culpa y reforzar en él o ella la idea de que fue muy valiente al atreverse a develar lo sucedido, ya que representa el inicio de su recuperación. Después de agradecerle por haberlo contado, garantícele que se le proporcionará asistencia y protección, e inmediatamente busque ayuda”, señala la entidad.