Exclusivo
Blogs

Mi dura experiencia con Locomía
Así fue como me bauticé con mi primera nota de farándula.
Siempre me gustó todo lo que tuviera que ver con la música, la actuación y la pintura. Durante mi adolescencia me devoraba las revistas mexicanas Tú, Coqueta y la ecuatoriana Tiempo libre donde me informaba de las novedades de artistas nacionales e internacionales.
Cuando entré a la universidad a estudiar periodismo, mi deseo fue escribir sobre los famosos tal como lo hacían los redactores en las revistas que me acompañaron durante mi juventud.
Sin embargo, el destino quiso que me dedicara a la crónica roja y en honor a la verdad, no me arrepiento de ello. Pero, hubo un hecho que me llevaría a la farándula y el cual no olvidaré jamás.
A mediados del 91, el grupo musical español, Locomía, conformado por cuatro chicos guapos, que vestían llamativos trajes al estilo glam y bailaban con abanicos llegó a Guayaquil.
Su presencia en cualquier lugar desataba la locura. La canción más pegada de su repertorio llevaba el mismo nombre del cuarteto y sonaba en las radios y en las discotecas sin cesar. Mientras las mujeres se derretían por aquellos jóvenes de facciones estilizadas y voces varoniles, los hombres los señalaban de afeminados por sus atuendos estrafalarios y colorinches.
Una mañana, el editor de esa época me llamó a su oficina y con su típico acento colombiano me puso un reto. Me pidió que vaya al hotel donde se hospedaban, hiciera “plantonera” y le trajera la foto y la nota de los Locomía.
Sorprendida ante su requerimiento, mi respuesta fue un “bueno” y salí de su oficina sin saber cómo haría para obtener todo lo que me pedía.
Después de varias horas de permanecer en el lobby de un céntrico hotel 5 estrellas, finalmente la “plantonera” dio resultados. Los Locomía estaban casi que frente a mis ojos, pero a varios metros de distancia.
Los llamé a gritos para que se voltearan y así el fotógrafo pudiera captarlos. Y no falló. Aunque no me dieron la entrevista, llegué emocionada al diario. Hice una nota narrando la espera y los pormenores. Tuve la suerte de ver al grupo por el que muchas chicas lloraban. A la mañana siguiente, el orgullo de haber logrado obtener la única foto de la llegada de los españoles se me vino abajo, cuando vi en la portada del diario más vendido del país, colocado sobre la enorme foto exclusiva de los cuatro chicos sonrientes, el titular impreso a seis columnas con la palabra ¡MARICAS!
Los halagos que esperaba por el esfuerzo y el trabajo, se convirtieron en palabras de reproche por parte de amigos y colegas, quienes desaprobaron aquel título despectivo. Pensaban que era yo quien estaba a cargo de la portada, la cual es de entera responsabilidad del editor. Yo solo me limité a escribir, en páginas interiores, lo que viví en el momento de ver a los músicos. Y así fue como me bauticé con mi primera nota de farándula. Aunque luego vinieron muchas más, esta es la que más recuerdo, incluso con una sonrisa.