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Opinión

Editorial: ¡Paren esas masacres!

V iven encerrados tras las rejas, supuestamente pagando condenas por sus delitos. Pero eso, al parecer, en las cárceles delEcuador y para muchos delincuentes, en especial los vinculados al microtráfico y tráfico de drogas, queda solo en teoría. La ola de violencia que desde febrero pasado se ha cobrado la vida de más de 90 personas en las prisiones, es la prueba de que el sistema penitenciario del país está más que podrido. Hablar de rehabilitación allí es un insulto a la realidad.

El más reciente suceso, ocurrido esta semana en la llamada ‘Peni’ de Guayaquil y el Centro Regional de Latacunga, que dejó un saldo de 21 muertos, varios policías heridos y hasta una uniformada violentada sexualmente, colma la paciencia de la ciudadanía y altera los nervios de todo un país, que tiene una gran pregunta con un montón de aristas: ¿Qué está haciendo el Gobierno para poner un freno a tanta muerte en las cárceles?

Es por demás conocido que esa ola de violencia tuvo como punto inicial la muerte de Rasquiña, el recordado líder de Los Choneros. Ansiosos por el poder, diversos grupos se pelean ahora el control del mercado para el expendio de drogas. Y para eso, ahí tras las rejas tienen armas de largo alcance, celulares y equipos de comunicación prohibidos en prisión. Desde allí salen las órdenes de muerte. Y por eso, es ahí que se debería actuar. Y deben hacerlo ya, o el reguero de sangre y muerte continuará bañando las cárceles y enlutando familias.