Hueco por aquí, hueco por allá. Y no es una cernidera. Lleno de piedras y polvo. Y no es una cantera. Con malos olores y porquería expuesta. Y no es la marea. Adivina adivinador, ¿qué será? Es la calle Argentina, en la que, si andas ‘quedado’, te ‘vas de oreja’.

Los vecinos del suroeste de Guayaquil están ‘cabreados’. Y no porque esta calle sea insoportable por el tránsito, sino porque desde mayo de 2022 una obra de mejoramiento (reconstrucción con pavimento de hormigón de cemento, reconstrucción de calles colindantes y aceras y bordillos) no ha sido terminada, incluso dos meses después de vencido el plazo que fue ‘bandereado’ en cada esquina (180 días, es decir seis meses) con carteles que, de hecho, fueron retirados de la vista de los moradores en diciembre pasado.

Hernán Suárez, de 60 años, reside justo en la esquina de la 19 y Argentina y siente que ‘paga los platos rotos’. Se le mueve todo el ‘esqueleto’ cuando recuerda las molestias que genera la obra.

“Esto (la vereda) es una ‘avenida’. Los carros y motos se suben a la acera porque es ancha, sin respetar que también pasan peatones por aquí. La gente tiene que hacerse a un lado para evitar accidentes”, comenta.

Y ese solo fue el inicio del ‘cuento’ de ‘Las mil y una noches’ que han esperado para que concluyan los trabajos. Primero llegaron a excavar, pero al poco tiempo, dice Suárez, “dejaron botada la obra por bastante tiempo”. Luego, “se tomaron unas largas vacaciones” y en diciembre reanudaron las labores. “Decían noviembre como fecha tope, pero debe ser noviembre de 2023”, añade con ironía el sexagenario.

Martha Jácome, habitante de la calle 25, también ve como peligrosa la obra, ya que incluso una persona en situación de calle cayó en medio de las piedras, se golpeó y falleció.

En el tramo que comprende desde la calle 24 hasta la 25 ya se había formado una ‘piscinota’ con las últimas lluvias. “Si con un poquito de garúa está así, no queremos imaginarnos cuando empiece a llover más fuerte”, dice Jorge, propietario de una tienda del sector.

Lo más preocupante para Martha y Jorge es pensar que algún vecino de esa cuadra requiera de asistencia inmediata, ya sea de bomberos o médicos, y que los vehículos que deban acudir no logren pasar porque las calles están ‘desastrosas’. “Solo esperamos que no suceda. De lo contrario, nos ‘jodimos’”, finaliza Martha.