Para los guayaquileños, la novelería y la excentricidad son muy comunes. Por lo general, nadie quiere parecerse a nadie ni en la vestimenta. La marca personal es parte de la sal guayaca. ¿Y qué resalta más que el nombre?

Entre 2019 y 2023, de acuerdo con datos del Registro de Nombres y Apellidos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), varios padres dejaron volar su imaginación y se pusieron ‘exquisitos’ con los nombres con los que registraron a sus hijos. Acero, Bebé, Miel, Barco, Excel, Caperuzita, Cereal, Galak, Ron, Dorado, Uber y Copia fueron algunos nombres escogidos.

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Otros prefirieron llamarlos como sus superhéroes favoritos. Es por esto que siete menores se llaman Thor; seis, Superman; tres, Ash y Hulk. Los menos copiados, en este caso, fueron Batman y Clarkent: solo dos niños fueron llamados así. Ecuador (608) y Groenlandia (9) también fueron otras opciones.

El historiador Ángel Emilio Hidalgo, catedrático de la Universidad de las Artes y de la Universidad de Guayaquil, señala que este fenómeno tiene que ver con la cultura mediática de la sociedad contemporánea, que asume como íconos a ciertas figuras, personajes e imágenes de las industrias culturales, así como hechos o acontecimientos recientes.

Antes, en la década de los 80, con la presencia televisiva de las novelas venezolanas, muchos padres comenzaron a registrar a sus hijas con nombres como Yajaira, Chiquinquirá, Yamilet, recuerda el dramaturgo Hugo Avilés. Además, si uno de tus nombres no era Andrés, en el caso de los hombres, no “gozabas de prestigio”. Es por esto que muchos se llamaban Carlos Andrés, Juan Andrés o Luis Andrés.

También se dio la costumbre de bautizar a los niños con más de dos nombres. Esto lo vivió la generación de los ‘baby boomers’, entre ellos él mismo: Hugo Enrique Roberto, agrega el dramaturgo.

El psicólogo Mario Ochoa expresa que aunque las personas opten por llamar a sus hijos con nombres no comunes por la tendencia que existe a diferenciarnos, los padres deben analizar el impacto que esto podría tener en sus hijos. ¿Por qué? Porque estos nombres pueden afectar a los niños, asevera Ochoa, ya que es en la infancia que se tiende a estereotipar o a señalar todo lo que es fuera de lo común, ya sea un tema de contextura física, el color de piel o el nombre.

“Debemos tener cuidado de exponer a la niñez”, enfatiza la psicóloga infantil Jessica Loor. Porque de lo contrario, los menores tendrán baja autoestima, y a la niñez hay que protegerla.

Esto, explica Ochoa, porque provocaría una desviación de una conducta, convirtiéndola en disfuncional, ya que el menor creerá que al burlarse de la gente podrá destacar y ganarse la atención de los demás. Agrega que, a veces, salir de esas etiquetas es complicado, más si es un entorno en el que deberá interactuar frecuentemente.

Por ello considera que hay palabras que no deben ser permitidas para nombres, como ‘semen’, que no tiene ningún sentido, acentúa Loor. “Al nombrarlos así, provocamos y exponemos a nuestros hijos y eso nos hace cómplices de esas situaciones de burla y de crueldad en cualquier entorno”.

Pero la afectación también podría ser social, explica el psicólogo, ya que las personas podrían alejarse, o generar prejuicios, lo que genera que los niños tengan una dificultad extra para establecer vínculos.

Según datos de la Dirección General de Registro Civil, Identificación y Cedulación, desde 2019 hasta el año pasado 3.525 personas cambiaron sus nombres. El mayor número de cambios se registró en 2019, cuando 901 personas lo hicieron. Y en 2021, 758 optaron por otro nombre.

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