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Con viejas Olivettis, dos soñadores ofrecen poemas por limosnas en Guayaquil

Dos jóvenes colombianos escriben versos a pedido del público en la Plaza Guayarte. Sus trabajos son inéditos y hechos en antiguas máquinas de escribir 

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Edward Guillén (centro)y su comapñero Jesús García atendiendo pedidos de poesías en el Puente Zig Zag. jorge alvarado

A mediados de marzo de 2019, algunos poetas y otros intelectuales de Colombia estaban tan enardecidos como incrédulos. La razón: un joven poeta que todas las mañanas salía con una vieja máquina de escribir a ofrecerle sus versos a la gente, había sido sancionado por la Policía con una de las multas más altas por trabajar en la vía pública. El tipo de infracción o delito, según uno de los agentes que lo sancionó, fue "traficar con poemas".

Ocurrió en Usaquén, municipio al norte bogotano y el sancionado se llama Jesús Espicasa. Aquel joven no estaba solo en esta peculiar actividad que les permitía ganarse la vida. Lo acompañaba el también poeta Jesús García, quien hoy recuerda el suceso con humor, pues dicha infracción no estaba contemplada en ninguna norma y el policía se la había inventado con el pretexto de reprimir a estos trabajadores autónomos.

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García está hoy en Guayaquil ejerciendo la misma actividad, pero en lugar de Espisaca, lo acompaña Edward Guillén, de 21 años, el más nuevo del grupo literario llamado "La Metáfora marginada".

Con sus anticuadas pero funcionales Olivetti (máquinas de escribir) tecleando versos para todo el que lo desee, ambos jóvenes son hoy uno de los atractivos de la Plaza Guayarte, y sus improvisados escritorios son las bancas del Puente Zig Zag, que se yergue sobre el Salado y que une las dos áreas de ese lugar creado en 2019 precisamente para promover las manifestaciones artísticas y la diversión.

Sí, García y Guillén son una atracción, no tanto por la habilidad que implica escribir poesía tras poesía inédita en tan poco tiempo, sino por la nostalgia que provoca este arte que, como la lectura, que se ha perdiendo entre las nuevas generaciones, pero, sobre todo, por la herramienta que utilizan para escribir y que vuelve a aparecer tres décadas después de haber sido reemplazada por las computadoras.

"En los mercados de pulgas de Bogotá podemos conseguir buenas máquinas de escribir; de hecho tenemos varias allá. Funcionan perfectamente".

​Edward Guillén, poeta

Los más jóvenes y niños que ven estas máquinas mecánicas con diminutas teclas tintadas, no pueden creer lo que están viendo, pues para ellos toda hoja impresa o documento son obra de las impresoras y otros equipos tecnológicos cada vez más avanzados.

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Jesús García lee uno de los poemas que compuso a pedido de Bianca Gómez..

Aquella actividad intelectual y mecanografiada de estos jóvenes resulta curiosa, igual que el cartel que colocan junto a ellos para atraer a los paseantes: "Poema por limosnas".

"La palabra limosna no devalúa mi trabajo ni mi arte. Yo creo que la poesía está en la calle, al alcance de cualquier ser humano en cualquier lugar", responde García a EXTRA cuando le pregunta si pedir caridad no es desmerecer o subvalorar un arte o dígase un trabajo intelectual.

Luego reflexiona un poco y acota que resulta "difícil" determinar qué es y qué no es suficientemente valorado en ciertas actividades.

"La palabra limosna no devalúa mi trabajo ni mi arte, yo creo que la poesía está en la calle, existe al alcance de cualquier ser humano en cualquier lugar".

​Jesús García, poeta

La dinámica de su trabajo es la siguiente: quien pasa junto a ellos y decide pedirles un poema deben decir sobre qué tema lo quieren o a quién debe ir dedicado. También aceptan los "temas libres". Con la información que les da el cliente, los jóvenes se ponen manos a la obra. Teclean sin pausa, como sí se supieran de memoria los versos que van a escribir. Minutos después, las pequeñas hojas redactadas son recitadas por el poeta y a cambio reciben, dicen ellos, "lo que la persona considera que vale el poema".

Monedas de cincuenta centavos, un dólar y hasta algunos billetes reciben García y Guillen por sus creaciones, que no son de Bécquer, Neruda, García Lorca, ni de ningún otro bardo de fama universal, pues lo que ellos hacen -recalca Guillén- "es totalmente salido de nuestra imaginación e inspiración".

  • "Aquí estamos otra vez, uno frente al otro / y solo espero tu respuesta / Sé que no emitirás palabra porque eres muy cobarde  / en vez de asumir tu responsabilidad / Ahora tendrás que escucharme / Muchas veces me he topado contigo en los ojos ingenuos de algún muchacho / Muchas veces he creído que eras tú la forma de vivir la vida/ y que siempre había algo que destruía todo/ unas veces yo, otras veces él o el mundo...  o qué sé yo / pero ahora sé que eres tú que lo arruinas todo porque tu naturaleza es crear y destruir y romper al soñador/ Sí, tú, no me mires con esos ojos que quieren ocultarme la verdad / Eres falso y a la vez tan real / eres un tramposo/ llegas y desordenas mi vida / creas la ilusión y luego el caos y me destruyes / pero ahora sé que eres tú.

Así reza uno de los poemas que García escribió a pedido de la joven guayaquileña Bianca Gómez, quien explica que estos versos no están dirigidos a nadie en especial y que los solicitó porque le gusta la poesía.

"Más allá del simple papel y el escrito a máquina, es la pasión que le mete a las palabras", lo que me llamó la atención de ellos, contó la muchacha, quien tampoco reveló cuánto pagó por el poema que le hicieron.

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Las obras poéticas de estos jóvenes son descomplicadas, no se sujetan a rimas ni a estrofas, no tienen un patrón métrico formal. "No riman para nada, tienen el estilo de verso libre", explica el mayor de ellos, quien luce un moño.

Pero esa libertad para escribir y lucir sus cabellos (Guillén lleva un afro setentero) contrasta con su forma de vestir un tanto formal, comenzando por los zapatos  negros bien lustrados y pantalones y camisas planchados.

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El cartel de estos poetas que llama la atención de la gente.jorge alvarado

Y esa 'buena presencia' quizás esta otra de las razones por las cuales la gente se les acerca sin recelos, aunque sea para mirarlos trabajar sobre unas pequeñas hojas blancas de 10 cm por 20 cm que ellos mismos trajeron, junto con máquinas y carretes de cinta, desde Bogotá.

En estos días se están quedando en el centro de la ciudad y no saben cuánto tiempo van a permanecer acá, pues estos admiradores de Raúl Gómez Jattin, Fernando Pessoa y otros grandes poetas, hoy están aquí pero mañana no saben para donde cogerán.

"Yo nací en la costa del Caribe colombiano pero si me preguntas mi nacionalidad, yo digo que soy latinoamericano, porque no veo la diferencia entre un santanderiano de los Andes colombianos y un venezolano o un ecuatoriano", afirma Guillén.

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El trabajo entregado a una de las clientes ocasionales que tienen estos jóvenes bardosJorge Alvarado

Es el pensamiento de estos jóvenes, que no tendrán la fama y la fortuna de los grandes poetas universales, pero que sueñan con alcanzar en el futuro al menos ser reconocidos dentro de las letras latinoamericanas.