Cumbayá, al oriente de Quito, es una de las zonas más pudientes de la ciudad y actualmente también sería ‘hueca’ del crimen organizado.

La madrugada del 17 de enero, la Policía y la Fiscalía realizaron conjuntamente un operativo llamado Arsenal, en el que encontraron armamento de todo tipo y calibre: 75 armas largas, 33 armas cortas, pólvora, municiones de distinto calibre e instrumentos de prensa para uso balístico fueron parte de la evidencia que encontraron las autoridades. 

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Además, detuvieron a un ciudadano de 65 años, quien en su dormitorio también tenía dos armas de fuego.

El coronel Galo Erazo, director nacional de Investigación de la Policía Judicial, indicó que ninguna de las escopetas o revólveres tenía permiso, y el detenido tampoco supo justificar su procedencia.

Se presume que el armamento, que fue encontrado en un espacio destinado como bodega, entró de manera ilegal al país. “Según las primeras investigaciones se determinará si habría participación de otras personas y si el aprehendido tiene vinculación a alguna estructura delictiva”.

El oficial también indicó que la alerta de un ciudadano, cuya identidad se mantiene en reserva para evitar represalias en su contra, fue lo que permitió el hallazgo del arsenal. Personal de Inteligencia indicó extraoficialmente que las armas estaban destinadas para grupos terroristas que se ubican en algunas provincias.

La casa donde hallaron las armas tiene dos extensos jardines y allí estaba parqueado un auto de alta gama (marca BMW). Además, está en medio de varios conjuntos habitacionales que, según el portal inmobiliario Properati en el 2022, tienen los alquileres más elevados del sector, llegando a sobrepasar algunos los $ 900.

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Por eso, en redes sociales hubo usuarios que no creían que dicho armamento sea para terroristas. Carlos Montaño escribió en X (antes Twitter): “Todas esas armas son de colección, ninguna es de fabricación reciente. Hay armas que incluso tienen más de 60 años.”

Ante esto, la experta en seguridad Ana Minga planteó posibles escenarios que se pueden dar en el contexto de violencia que vive el país. “La sociedad civil se estaría armando”, dijo.

Por un lado, explicó que el arsenal podría pertenecer a personas con alto poder adquisitivo que se cansaron de la inseguridad reinante. “Empiezan a armar sus grupos de justicieros”, según Minga.

Por otro lado, indicó que pueden ser policías o militares retirados que, bajo la misma necesidad, quieren enfrentarse a los grupos terroristas “porque están hartos de la violencia” criminal.

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