Lavadoras, cocinas, mesas de comedor. Roperos, planchas… la vida, en resumen. Todo en las veredas del centro de Zaruma, como cuadro poscatástrofe de esta mañana de 17 de diciembre, en los alrededores del socavón.

Un barrio entero de este cantón ha debido desalojar sus viviendas, en medio de la incertidumbre y el riesgo de otro colapso. Como este Diario explicó ayer, muchas familias han optado por quedarse con parientes y, de acuerdo a Riesgos, no hay pista del total de los habitantes de los 48 predios que conforman la zona cero.

Agentes de la Unidad de Búsqueda y Rescate de los Bomberos (USAR) intentan contener la prisa de más de 50 familias de los barrios aledaños a las calles Colón y 10 de Agosto, donde dos viviendas sucumbieron hacia el subterráneo producto de la minería ilegal, el pasado 15 de diciembre.

Jimmy Campo, jefe de logística de esa organización encargada de los riesgos y rescates urbanos, ha explicado a este Diario que la aglomeración de personas representa un peligro en la zona, pero que es complicado frenar a las familias.

“Necesitamos evitar vibraciones y trabajo. Entendemos que están preocupados por sus bienes, pero trabajar de esta manera deja riesgo de más colapsos. Necesitamos evitar heridos”, puntualiza el experto, que sugiere evitar el acercamiento a la zona cero.

El agente explica que además de la zona del socavón, hay al menos tres viviendas que corren peligro inmediato y, para evitar riesgos, hay que prevenir un aislamiento de al menos cien metros a la redonda. “Debemos entender, Zaruma es ahora un queso poroso y gran parte de la zona urbana está en riesgo”, advierte.

El Municipio, ubicado a escasos 200 metros de la zona cero, ha debido desalojar a sus trabajadores. Este Diario supo por gente de dentro que están realizando labores a distancia.