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¡Un camino ‘Espinozamente’ feliz!

A los 11 años, el zaguero mundialista Jhon Jairo Espinoza cuidaba carros en el estadio Capwell, también trabajaba cargando pescados en el mercado Caraguay de Guayaquil.

JAPÓN VS. ECUADOR - MUNDIAL DE FÚTBOL POLONIA SUB-20
Jhon Jairo es zaguero de Ecuador y se mandó un gol en el Mundial.EFE

Tenía 11 años y en su mente estaba sembrada la palabra trabajo. Su objetivo era ayudar con algo en la casa.

Cuando había fútbol se iba hasta el estadio Capwell, pero no para ver los partidos, su meta era cuidar los carros. Imaginaba que algún día sería un jugador profesional.

A los 12 años, cuando no había partidos en Guayaquil, su destino era el mercado Caraguay, sur porteño, a donde llegaba a cargar pescado. Allí pasaba gran parte de la noche, en ocasiones también se quedaba a dormir en ese sitio. Sus mejores ‘goles’, en forma de monedas de $ 0,25, se los entregaba a su mamá.

Esta la historia de Jhon Jairo Espinoza, el defensa y capitán de la selección sub-20 que hoy juega la semifinal del Mundial de Polonia ante Corea del Sur.

Quien rememora esos momentos es su mamita, Marilyn Izquierdo Caicedo, en su humilde hogar ubicado en las calles 19 y la Ll, suburnio porteño.

“Gracias a Dios siempre le gustó trabajar. Se me iba a cargar pescado en la Caraguay, esa labor era en la noche y muy pesada. Pero era lo que había. A veces vendía cosas en ese sector”, recuerda la madre, mientras muestra una fotografía que tiene del zaguero en una gira por Catar con Independiente del Valle.

Marilyn tiene una anécdota que la hace llorar. En una ocasión Jhon Jairo cuidaba carros en el Capwell, era muy tarde cuando apareció la dueña de un auto, ella estaba sorprendida de verlo en el lugar y le dijo que solo podía pagarle $ 0.50, porque no tenía más plata y lo abrazó, Jhon le agradeció, pero había sido solo una broma, porque luego esa señora sacó $ 20 y se los dio al jugador, ese día hubo fiesta en la casa.

La sala de la casa de doña Marilyn está ‘adornada’ con 24 fotos, todas de Jhon Jairo desde cuando era niño y le daba puntapiés al balón. Destaca una gigante de su paso por el Deportivo Cuenca.

A un costado está un televisor de los antiguos, a través de aquella pantalla la familia del capitán disfruta del Mundial.

Marilyn viste la camiseta número 4 que le dio su hijo. Es mamá también de Alexis, de 21 años, de quien todos creían que sería jugador, y de María José, de 18.

Se emociona

La progenitora de Espinoza está emocionada. En el pequeño negocio, en la iglesia y cuando sale de su hogar, la gente la felicita por su hijo.

“Jhon siempre quiso ser jugador, recuerdo que estuvo varios años en la Academia Alfaro Moreno, tenía que conseguir un dólar diario para los pasajes, había que sacar de donde no tenía, pero él debía entrenar”, cuenta Marilyn, quien comenta que su muchacho también estuvo por un buen tiempo en el equipo Rocafuerte.

Jhon Jairo tenía sueños de ser futbolista, es muy responsable en lo que hace, y quería esas monedas para los pasajes.

El seleccionado nacional siempre fue apegado al trabajo y a los estudios, ha cursado hasta el quinto año del colegio Teodoro Maldonado, ubicado a pocas cuadras de su casa.

Marilyn rememora que a pedido de su hijo le tocó pedir el pase para que el defensa comience su aventura buscando equipos, estuvo por Clan Juvenil, San Antonio, Independiente del Valle, hasta que en el Deportivo Cuenca le dieron más oportunidades, pero le tocó salir y llegar al Aucas.

A la progenitora también le tocó lavar ropa ajena para sacar adelante a sus hijos. Cuando los amigos lo veían trabajando en la Caraguay le decían que ese no era sitio para él, que debía estar en una cancha jugando, ya que tenía cualidades para eso.

“Tenía unas ganas de trabajar tremendas, siempre me daba todo el dinero. Oraba mucho por él, un día le dije que debía seguir entrenando y trabajando, ya que se venía algo grande para él, estaba confiada de que Dios le daría algo gigante. Y eso se está dando”, dice muy emocionada Marilyn.

Su hermana María José también viste la camiseta de Ecuador, dice que Jhon Jairo tiene un corazón demasiado grande, porque todas las camisetas y regalos que le han dado en los equipos y las selecciones los obsequia a su amigos y familiares.

“Jhon es muy creyente de Dios, siempre confiaba que algo maravilloso se venía para él, estamos felices de todo lo que le pasa”, expresa la hermana, quien dice que su padre, Teófilo Espinoza, también les da la mano cuando puede, a pesar de que no vive con ellos.

Espinoza asiste a una iglesia evangélica al igual que su madrecita y manifiesta que siempre le recuerda el versículo de Josué 1.9.

Los Espinoza nunca olvidan a Terri Zevallos, un padre de familia que era como padrino para Jhon, él le compraba zapatos y lo apoyaba mucho.