Minutos antes de que Anthony Fernando Suárez Mariño fuera asesinado a tiros, este le envió un mensaje de WhatsApp a su madre, Jenny Mariño, en el que le decía que estaba bien y que iba de regreso a casa.

Cuando el reloj marcaba las 20:00 del lunes 7 de febrero, la señora recibió una llamada, pero esta vez no era de su primogénito, sino de la Policía, para avisarle que su hijo había sido baleado y que debía acercarse a la avenida 25 de Julio, donde yacía la víctima.

Con la esperanza de que se tratará de un error, la mujer acudió al lugar que le habían indicado. “No podía creer que fuera mi hijo. Aún no lo creo. Cierro mis ojos y lo veo parado frente a mí abrazándome y diciéndome: ‘Mamá, ya llegué, ya estoy aquí’. Creo que estoy en una pesadilla. Extraño sus abrazos”, relató con tristeza.

La madre contó que Anthony, quien desde hace dos años trabajaba en el área de refrigeración del Puerto Marítimo de Guayaquil, retornaba a su hogar ubicado en la cooperativa Guerreros del Fortín (noroeste), pasadas las 19:30.

“A las 19:09 me envió un mensaje de voz, fue la última vez que lo escuché. En la mañana, antes de irse me pidió la bendición. Nunca me dijo que tenía problemas o que haya estado amenazado”, sostuvo la señora.

Añadió que el carro Kia Sportage negro, en que se movilizaba el mayor de sus seis hijos, es de una comadre y que Anthony se lo alquilaba para trasladarse a su trabajo.

El general Víctor Zárate, comandante de la Zona 8 de Policía, informó que se trató de una muerte violenta al estilo sicariato y que se investiga si el crimen se produjo porque Suárez, la víctima, no permitió la contaminación de contenedores, o porque participó del delito. 

“Es el segundo trabajador del Puerto asesinado bajo la misma modalidad. La complejidad de los puertos es la contaminación con droga”, explicó.

El 5 de enero pasado, en este mismo sector de la ciudad se suscitó el crimen de Édison Escobar Sevilla, de 45 años; él también era empleado de esta entidad portuaria. (AEB)