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Se acerca Navidad y en el centro de Quito ya se siente la 'locura' por las compras

Hay tráfico, aglomeraciones, maniquíes que exponen ofertas y muchas ganas de adquirir los regalitos. 

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En la calle Mejía hay muchos comerciantes que se han tomado las veredas.Angelo chamba

Un joven con chaqueta y pantalón habanos anuncia, por un altoparlante, el sorteo de una nevera, una cocina, ¡una motocicleta! Dice -más seguro que nunca- que hay de todo para todos, como los sacos cuello de tortuga para caballeros que están expuestos en la mitad del pasillo izquierdo. No se cansa de hablar. No toma agua. Casi ni respira. Pero sigue...

Él recibe a los clientes del centro comercial Nuevo Amanecer -por cierto, del ahorro-, en Quito. Él enciende los motores de los compradores que, algunos eufóricos, ni siquiera ven los semáforos pese a la insistencia del agente de Tránsito que grita: “¡Cuidado!”, “¡cuidado!”. Y eso que aún quedan siete días para Navidad (lo que se viene no está fácil).

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Los centros comerciales tienen aforo permitido. Hay medidas de bioseguridad.ANGELO-CHAMBA

En los pasillos, los maniquíes ‘devoran’ a la gente y la conducen -en segundos- a las entrañas de los locales comerciales llenos de camisetas, blusas, zapatos, chompas, calentadores, gorras, billeteras, calzoncillos, calzones, celulares, estuches, vitrinas, plásticos, vendedores, compradores...

“Lo que ofrecemos nosotros es mercadería de buena calidad. A precios bajos. Buen servicio. Muy limpio. Seguridad. Gente capacitada. Garantía. Distanciamiento”, replica sin titubear y detrás de un mostrador Leticia Orbe, representante -desde junio de 2021- de Nuevo Amanecer, en el centro de la urbe.

Para niños: en la calle Chile, una carpa lúdica expone la importancia de erradicar el trabajo infantil. En estas fechas es cuando despunta.

Con un aforo del 75 %, según Orbe, los comerciantes se han preparado para atender a la gente, sin olvidar que la pandemia está más latente con la llegada de la nueva variante ómicron. Tienen contadores de personas en los cuatro ingresos. Echan alcohol. Echan gel. Y echan las mejores vibras para que todos puedan aprovechar los grandes descuentos.

Algunos son mirones. Una mujer -adulta y bajita- es ‘devorada’ por un maniquí que luce un calentador negro. Dentro, le pide a la vendedora que saque de los cajones uno de color rojo, el gris, el negro otra vez, lo toca, lo estira, lo mide, lo huele, y no lo compra. Se va. Para ellos, dice Orbe, hay que ‘inyectarse’ una dosis de paciencia, como para las ventas informales.

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Las 'promos' están expuesta en los maniquíes.Angelo chamba

Afuera del centro comercial, en la calle Mejía, ya no se puede caminar. Los que venden fundas de caramelos a un dólar, cueros tostados, papas con salchichas rojas, muñecas Frozen en cinco dólares las dos, papel de regalo, mangos, grosellas... están apostados a lo largo de las veredas. Pero allí parece no importarles, más bien muchos van por esas ‘megapromos’.

Hacia la calle Chile, entre el tumulto, el fotógrafo de EXTRA ‘dispara’ a la masa. Unos posan, incluso con mascarilla. Otros corren. De fondo se escucha: “¡Se esconden porque han de estar con las mozas!”. Luego las risas. Y el silencio.

A un lado, con un carrito que carga jugos de coco y naranja, Josefa Cepeda lamenta que las ventas hayan bajado y que la crisis de unos golpee a otros. Ni los vasitos de 50 centavos quieren comprar. Pero esta Navidad tiene la esperanza de que “Papito Dios” mejore todo... Lo va a hacer.

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Josefa tiene la esperanza de que este año va a mejorar todo.Angelo chamba

Al ritmo de la salsa de Marc Anthony “Si hay una fiesta pa’lla voy/ si hay una rumba pa’lla voy”, que suena de no se sabe dónde, la gente sigue llegando: familias con niños en brazos. Los agentes de control corretean a una mujer que vende gorros navideños. Un gordo ‘peluquea’ a una zamba en la vereda. Los carros avanzan lentísimo por el tráfico. Los cajeros están repletos. ¡Es la Navidad!