La frase "Vivas nos queremos", fue la insignia de la marcha que se realizó en Quito en contra de la violencia de género. Al menos 1.000 mujeres caminaron desde el parque El Arbolito hacia la Comandancia de Policía, norte de la ciudad.

El femicidio de María Belén Bernal fue el detonante de esta nueva movilización hacia ese lugar, pues un miembro de la Policía es el principal sospechoso del crimen ocurrido el pasado 11 de septiembre.

Pero esa no fue la única causa por la que exigieron justicia. Allí también llegó Ruth Montenegro, madre de Valentina Cosíos, una niña que murió en extrañas circunstancias en un colegio del norte de la capital hace seis años.

“Con el crimen de María Belén solo confirmamos que no son casos aislados donde el Estado es responsable”, dijo mientras desplegaba el cartel con la foto de su hija.

Ella se identificó con la lucha de Elizabeth Otavalo, madre de Bernal, quien fue quien hizo público el caso. “De nuevo, somos las madres las abanderadas de exigir justicia. En el caso de mi niña no hubo destituciones”, agregó.

Simbolismos

Además de los habituales pañuelos verdes y lilas, los carteles, banderas y consignas en contra de la violencia, se colgó en el parque de El Arbolito una cobija igual a la que encontraron con el cuerpo de María Belén, en el cerro Casitagua, el 21 de septiembre pasado. Sobre ella estaba escrita la leyenda “No tengo miedo, tengo rabia”.

Rocío Rosero, coordinadora de la Coalición Nacional de Mujeres, comentó que en una asamblea feminista y transfeminista acordaron mantenerse movilizadas hasta recibir un compromiso del Gobierno. “El Estado tiene una responsabilidad porque el crimen de María Belén fue cometido en un recinto policial”.

Afirmó que además se lucha por cambios en el tipo penal de femicidio a feminicidio, la segunda pondría al Estado como parte responsable de los Crímenes en contra de mujeres. “Para lo cual se necesita planificación y presupuestos”, según Rosero.

La marcha tenía previsto replicarse en otras 26 ciudades.