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¡Las 'águilas basqueteras' del sur de Quito!

Sus integrantes, seis hombres en sillas de ruedas, se reúnen los domingos para quitarse el estrés. Cuentan sus historias a EXTRA.

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Leonel Reyes sujeta el balón; Manolo Armas (con mascarilla) intenta quitárselo.GUSTAVO GUAMAN

El baloncesto en silla de ruedas nació en el siglo XX, para la reinserción de los soldados heridos en la II Guerra Mundial. Dicen que desde entonces su popularidad se extendió por el mundo...

Domingo, 11:30. Seis hombres se reúnen en una cancha de básquet del Parque Ecológico de Solanda, sur de Quito. Hablan. Ríen. Y luego se alistan para el primer partido, que durará unos 20 minutos.

Usan cinturones para sujetarse a los espaldares de sus sillas, que además tienen una pequeñísima rueda trasera que les da mayor estabilidad. Cuando ya están preparados -y con muchísimo afán- dividen los equipos: tres a tres.

Pese a que esta vez serán rivales, todos conforman un solo club llamado Águilas del Sur. Y están orgullosos de ello.

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Son personas con discapacidad. Se reúnen los domingos en Solanda para jugar.GUSTAVO GUAMAN

¡Empieza el juego! Gritan. Ruedan. Encestan. Se escucha el choque de las sillas. Uno cae al suelo. Otro va de largo hacia el césped sin freno. Sudan. Jadean. Ríen. Y todos estos ‘soldados’ ganan.

Con 46 años, Leonel Reyes -gorra de Jordan, nacido en Quito- dice que reunirse para hacer deporte y compartir con aquellos que tienen el mismo tipo de discapacidad les “saca el estrés... nos ayuda psicológicamente a poder ver la vida de diferente manera”.

Durante la pandemia perdió el trabajo tras haber sido durante 15 años empleado público. Pero eso no lo detiene.

En la cancha, Leonel es un ‘duro’. Con una mano sujeta el balón -hace dribling (botar la pelota contra el suelo)- y con la otra, se impulsa en su silla de ruedas hacia la canasta.

Hace 21 años sufrió un accidente: cayó de una construcción. Antes sí practicaba deportes. Pero cuando no se puede caminar es un reto aprender a adaptarse a este juego.

El que lo apoya en el ‘peloteo’ es a quien Leonel llama “el abuelo”, cuyo nombre es Luis Peñafiel.

Tiene 69 años. Y dice que Águilas del Sur se conformó porque querían hacer deporte. De a poco se fueron reuniendo para practicar baloncesto, y luego más personas con discapacidad se integraron.

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Demuestran sus habilidades con el balón.GUSTAVO GUAMAN

Antes de la pandemia, el club invitaba a equipos, incluso de fuera, para ‘medirse’. Por el momento está en pausa. “Participábamos del campeonato nacional, con otras provincias”, explica Luis.

Él tiene 45 años en silla de ruedas tras sufrir un accidente de tránsito. Hace 25 decidió practicar este deporte. “Nos favorece bastante”, asegura.

Sin problemas

César Ramírez, de 41 años, juega ahora en el equipo rival. En la cancha, el hombre es una fuerte defensa: no deja que ninguna otra silla de ruedas se aproxime al aro. Además, es un ‘maestro’ para encestar.

Nacido en la provincia de Loja, se cayó de un tercer piso cuando estaba en una fiesta. Se fracturó la columna, se le regó la médula espinal y desde entonces no camina.

Él recuerda que hace unos 10 años había un grupo de personas con discapacidad que se reunía para jugar. Y se creó un club llamado Fe y Esperanza, pero se disolvió porque muchos fallecieron y otros se fueron del país. Luego se fundó Águilas del Sur.

Dice que en total son unos 30 miembros, pero que no todos asisten a los partidos amistosos, los de Solanda.

“Es entretenido. Uno olvida los problemas emocionales”, confiesa respecto a los momentos en que ‘rueda’ sobre la cancha. Cuando no, es empleado privado de una empresa que ensambla autos...

Su fórmula en el básquet es Manolo Armas, de 57 años. Quiteño de cepa, nació con osteogénesis imperfecta (un trastorno genético en el cual los huesos se fracturan con facilidad). Sabe de baloncesto. Dice que en 1985 estuvo en Estados Unidos y fue a ver un partido de Los Angeles Lakers contra Chicago Bulls.

Aficionado a este deporte, comenta que Águilas del Sur sigue en pie por medios propios: autogestión. Y añade que ahora es el único club de Pichincha que estaría vigente.

En este amistoso también participaron José Mazabanda y Luis Arroba, quienes son parte del grupo. Tras varios minutos de juego, y de encestar y encestar, se agrupan en semicírculo y continúan conversando. Un domingo más. Un domingo de alegría y deporte.