A Marco la noticia le ‘cogió’ en el bus mientras se dirigía a su puesto de caramelos, ubicado a una cuadra del Palacio Legislativo. Llegó con cautela, pues temía que haya protestas o intentos de tomarse el edificio. Nada. “Para lo que yo he vivido en los 35 años que trabajo aquí, esto no es nada”, contó a EXTRA.

Él ha estado presente en paros nacionales, en los que ‘llovían’ las piedras, los palos y las bombas lacrimógenas, pero esta vez no se registraron novedades. “A pesar de que la decisión es muy importante, ha estado todo calmado y así debería ser”, agregó.

Lo que sí cambió fue que las calles aledañas permanecieron cerradas por seguridad, lo que hizo que esa zona, caracterizada por el comercio, quede prácticamente ‘muerta’. “No he vendido ni la mitad de lo que generalmente vendo y creo que será así toda la semana”, manifestó.

Misael Loreto, quien trabaja en un restaurante cercano, comentó que nadie se ha acercado a ‘hacer el gasto’ de los almuerzos. Antes, debido a la gran cantidad de funcionarios del Legislativo, se llenaba.

En general, las calles aledañas cercanas a la entidad estuvieron casi sin gente. Solo algunas cafeterías se beneficiaron del hambre de policías, militares y periodistas. “Se me acabaron las tortillas, creo que debo hacer más”, dijo una vendedora.