Sobrevivientes de cáncer de seno muestran sus cicatrices de honor

La bolita en el seno de Andrea Sáenz era apenas perceptible entre sus dedos. El diagnóstico tardó poco, pero fue devastador para la muchacha, de 26 años.

Ese día –hace poco más de 12 meses– entró al consultorio con su esposo, mientras que sus padres la esperaban afuera. Andrea tenía cáncer en su seno derecho.

Aunque la enfermedad los golpeó con brutalidad, lejos de separar a la familia, los ha unido más. Así lo revela Andrea durante una especie de showroom de la segunda edición de la campaña Cicatrices de Honor. Ella y otras nueve sobrevivientes mostraron las huellas que les dejó la mastectomía (cirugía con la que se extirpa el tejido del seno que tiene células alteradas para evitar que se disemine hacia otros órganos).

Ninguna siente reparo de mostrar su pecho ante las luces de las cámaras que parpadean una y otra vez hacia su pasarela.

Minutos antes del evento, artistas del maquillaje convirtieron esos surcos que les dejó el bisturí en lindas mandalas de colores con apliques brillantes.

Y es que pese a todo lo que han tenido que vivir, hoy se sienten más bellas que nunca. No es para menos, la vida les ha dado una nueva oportunidad, coinciden.

Por ejemplo, Irma Mera no siente vergüenza al estar desnuda frente a su esposo. Reconoce que, en un principio, la ausencia de su seno fue difícil, pero con el apoyo de su pareja, lo ha sabido sobrellevar. “Yo sigo siendo su negra, está muy pendiente de mí”, detalla la joven, oriunda de Santo Domingo.

Fue hace un año y cuatro meses que recibió la dolorosa noticia, mientras trabajaba en una casa de salud de su ciudad. Su patología no se manifestó en el seno, sino en la columna, donde había sembrado una metástasis. “Me decían que tengo hernia, pero el dolor era tan fuerte que no lo podía soportar”, describe.

Después de un sinfín de exámenes, una biopsia arrojó el diagnóstico. “Me hizo ser mejor persona, mejor madre para mis dos hijos”, añade.

Irma sobrevivió a 70 radios y 16 quimios y, aunque su cáncer está controlado, ella sabe que no hay cura. “Una no vuelve a ser la misma, pero no me importa. Yo siempre he dicho: una teta más, una teta menos”, explica.

A Andrea tampoco le hace falta su busto, incluso hay momentos en los que se olvida de la prótesis que le dieron luego de la cirugía. “Tengo la posibilidad de una reconstrucción, pero después de cinco años cuando esté en remisión”, precisa.

Otro plan que tiene para el futuro es convertirse en madre. “Tengo la posibilidad que me salgan dos porque mi esposo es mellizo”, comenta entusiasmada.

Aunque luego de la enfermedad, quedan algunos miedos, las guerreras, poco a poco, los van superando.

Como Sonia Fajardo, quien fue diagnosticada en 2017. Hoy asegura que fueron tiempos difíciles, aún así salió adelante por sus hijos. El cáncer le cambió el carácter, luego sentía nausea y no tenía hambre.

En aquella época, su madre fue quien más resintió la enfermedad. “Me decía qué hice yo para que te pasara eso, eres joven”, detalla la mujer, de 37 años. Hoy, está estable y su familia continúa apoyándola en su batalla.

Gustavo Dávila, director nacional de la Fundación Jóvenes contra el Cáncer, asegura que su lucha debe ser visibilizada y que debería existir un plan de prevención para las mujeres. “Un tratamiento de quimio para cáncer de seno puede costar hasta 40 mil dólares, no sale mejor invertir en prevención”, cuestiona.

El director resalta que para los pacientes oncológicos han existido avances como la actualización del cuadro básico de medicamentos del Ministerio de Salud Pública. “Hoy solo se debe hacer énfasis en la compra y la distribución”, concluye.