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Ser padre también es tener miedo.Ilustración con IA

Entre el caos y el amor: historias de papás que ‘resolvieron’ | VIDEO

Relatos reales de padres ecuatorianos que te van a sacar una sonrisa (y una lágrima)

Ser papá no siempre se parece a lo que muestran los comerciales. A veces es salir corriendo a buscar a un hijo perdido en la playa, hacer una trenza por primera vez mientras el reloj aprieta, o improvisar cuentos a las tres de la madrugada con tal de que los niños duerman. Para muchos padres ecuatorianos, la paternidad ha sido una escuela sin manual, llena de tropiezos, sustos y, sobre todo, mucho aprendizaje.

Esteban: el miedo más grande en una playa

Esteban Giovanni Belís, padre de tres, aún revive con angustia aquel carnaval en Villamil, cuando su hijo menor desapareció entre la multitud. “Lo buscamos por media hora. Fue eterno”, recuerda. Tenía solo tres años. Cuando finalmente lo vio, jugando con otros niños lejos de la orilla, sintió una mezcla de alivio y terror. Desde entonces, no ha vuelto a la playa en feriado. “Sentí alivio… y un poco de terror por lo que mi esposa me iba a decir si no lo encontraba”, bromea hoy.

Vicente: del vacío al amor absoluto

A sus 81 años, don Vicente Pazán resume su camino con una frase que lo define: “A mí no me dieron cariño, por eso yo sí doy”. Padre de cinco y abuelo de trece, cuenta con ternura una escena que aún lo emociona: en la misma playa Villamil, uno de sus hijos desapareció. “Levantaba la arena buscándolo… hasta que lo encontré y lo abracé fuerte. Me di cuenta de cuánto los quería”. Para él, la fe y el amor son inseparables, y así ha criado a su numerosa familia, incluso con humor: “Tengo cinco hijos originales… y tres que andan por ahí, porque así es la vida”.

Ramón: un susto en la 9 de Octubre

En pleno centro de Guayaquil, Ramón Solórzano vivió un episodio que aún le saca risas y suspiros. Su hijo Anthony, de seis años, se perdió entre la gente. “Lo buscamos desesperados hasta que lo vimos caminando por ahí, solito, buscando el camino de regreso”. Hoy, abuelo y con más calma, Ramón lo recuerda como una de esas historias que terminan uniendo aún más.

Jaime: paternidad en dos versiones

Jaime Alarcón, con dos hijos de 18 y 2 años, sabe lo diferente que puede ser la experiencia de criar. “Con el primero uno quiere hacer todo perfecto… luego entiendes que los niños son eso: niños, y aprendes con ellos”. Ahora, con más tranquilidad, disfruta momentos como cuando su hijo pequeño le lleva el desayuno con cereal derramado. Aunque eso haya provocado la típica frase del hermano mayor: “¿Y por qué conmigo eran más estrictos y ahora ya no?”.

Ser padre no es una ciencia exacta. Cada historia de estos hombres es prueba de que el amor se aprende, se construye y se reinventa a cada paso. No hay fórmula perfecta, solo la voluntad de estar, de volver a intentarlo, de reír después del caos. En sus relatos caben los sustos, los errores, las improvisaciones… y también los abrazos más sinceros.

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