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Acoso universitario, asignatura pendiente

Colectivos buscan erradicar esta práctica. Para la muestra dos botones...

Colectivos buscan erradicar esta práctica. Para la muestra dos botones...

Colectivos buscan erradicar esta práctica. Para la muestra dos botones...Cortesía y archivo / EXTRA

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El acoso universitario existe. Una historia. La versión sostiene que un profesor le dijo a una de sus alumnas que era “muy linda para perder el tiempo” en una carrera. Que sería más adecuado que una mujer de sus cualidades se consiguiera un buen esposo para ... Corría el año 2012...

Caso Amelia

Amelia (nombre protegido) cursaba el tercer semestre de Arquitectura en una universidad pública de la capital. El tercer día de clases llegó al aula un conocido maestro que llevaba varios años impartiendo clases allí. “Desde el primer momento noté que me miraba raro, me sentí acosada”, precisa. Siente rabia consigo misma por no haber “puesto un freno a su trato inadecuado”.

Al principio, él la tomaba como ejemplo de lo bueno y lo malo en la actividad académica. “A veces me felicitaba por algún trabajo, pero otras veces hacía comentarios negativos, como el día que sonó mi celular en clases y me dijo que por no dejar haciendo la comida en la casa mi novio ya me estaba llamando”.

Hasta ese momento, los comentarios no llegaron a mayores. Sin embargo, un día el maestro le pidió que se quedara en el salón para hablar sobre una nota que le hacía falta. “Empezó tomándome de la mano. Se acercó a mi oído y me susurró que una muñeca tan bonita como yo no debería estar estudiando... Que con él podría tener todo, que solo bastaba que lo aceptara y que me tendría como una reina”, recuerda.

Luego de la propuesta, el docente se acercó al rostro de Amelia y la besó. “Me arrepiento tanto de no haber hecho nada. Me quedé en shock. Solo tenía 19 años”, dice la joven, quien tiempo después se graduó. Primer ejemplo de acoso.

Caso Gloria

Aunque el acoso universitario suele ser más común hacia los estudiantes, las docentes no se salvan de la práctica que, en 2019, ya le ha costado el puesto a tres catedráticos.

Caso de Gloria, sucedió 15 años atrás. Ella había regresado de Alemania, donde se especializó en artes. Era joven y, pese a las dudas, aceptó un puesto como docente en una universidad de la capital. Estaba nerviosa, no quería que los estudiantes, apenas un par de años menores que ella, se le cargaran y, desde el primer día, marcó los límites.

En los salones todo marchaba bien. Estaba contenta de compartir con los alumnos lo aprendido en Europa. Pero afuera de las aulas empezó su calvario. Puntualmente en una oficina en la que los maestros pasaban el tiempo entre clase y clase.

Su agresor, un profesor de los últimos semestres. Iba algún tiempo trabajando en la universidad y muchos lo conocían. “Yo revisaba unos trabajos, cuando sentí que alguien se puso detrás mío. Metió su mano dentro de mi blusa y me la puso sobre el pecho. Luego me tomó del cabello hacia atrás y muy pegado a mis labios me dijo: tú vas a ser mía”, recuerda ella.

Aterrorizada por la situación, Gloria lloró por una hora en el baño del centro de estudios. Después de darle vueltas a lo sucedido y, sabiendo que “tenía las de perder”, decidió denunciarlo.

Las autoridades, al principio, no creyeron en su versión. “Fui tachada de mentirosa. Decían que ‘de ley ‘me enamoré de él y que le quiero arruinar la carrera. Es que hasta la esposa trabajaba en la universidad, lo que dio pie para que pensaran que él era un hombre de familia y yo la loca”, añade.

Gloria dice que nunca bajó la cabeza y, pese a la burla de sus compañeros, siguió dando clases. “Mi caso quedó allí. pero un día –muchos años más tarde– me enteré que lo habían botado por un escándalo de acoso contra otras maestras, incluso secretarias”, concluye. Dos casos y una realidad.

¡Sepa cómo reconocerlo!

El acoso en las aulas universitarias no es un tema reciente. Sin embargo, en los últimos años se ha visibilizado por el empoderamiento femenino, pero también por el cambio en la normativa, según Milena Almeida, directora del Instituto de Igualdad de Género y Derechos de la Universidad Central de Ecuador (UCE).

El espacio inició en 2017 y ahora otros centros de estudio se han sumado a la iniciativa que cuenta con docentes, especializadas en violencia de género. Incluso, se levantó una especie de manual para identificar y medir el tema del acoso, pero –sobre todo– la prevalencia de los docentes en las instituciones.

La psicóloga, María de Lourdes Larrea, encabezó el análisis, que en su primera edición llegó a mil ejemplares.

Actualmente, las docentes están aplicando una encuesta entre los chicos. Hasta enero, ya se habían recopilado los criterios de seis mil universitarios.

“El problema es que el acoso no está claro. Las estudiantes dicen que hay veces en las que no les gusta cómo (los profesores) las miran o cómo les hacen venir con falda para exponer una materia, pero no siempre lo denuncian”, revela Almeida.

Para la antropóloga es claro que se ha “naturalizado” el acoso. Aunque es mayormente en la mujeres, también ocurre con los chicos. “Estudiantes con diversidades sexuales y hombres también dicen ser acosados”, agregó.

Hoy, a los proyectos para combatir la problemática se han involucrado la Universidad Salesiana y la Politécnica. Incluso la Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación emitió un protocolo de actuación en casos de acoso, discriminación y violencia basada en género y orientación sexual en el ámbito universitario. Dos años antes, la Universidad Central ya contaba con su documento para el manejo de estos hechos. (AAM)

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