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Guayaquil: La delincuencia tiene en crisis a clubes nocturnos y trabajadoras sexuales

La sexoservidora Valentina relata cómo un local pasó de estar a ‘full’ a quedar ‘desierto’ en cinco meses. Los extorsionadores ingresan al local

chongos cerrados
Con las luces apagadas, sin clientes, sin chicas ni ‘bielas’. Las extorsiones hacen que los chongos cierren puertas. EXTRA

Ella está desesperada y aterrada. En el rostro de Valentina, una trabajadora sexual, se refleja el pánico que está viviendo. Ella es una de las tantas víctimas de las ‘vacunas’ por parte de las bandas delictivas que extorsionan a los centros de diversión nocturna ubicados en sectores de la vía Perimetral y vía Daule, en el norte de Guayaquil.

La oriunda de Venezuela llegó al Puerto Principal hace aproximadamente cinco meses, en busca de trabajo. Lo consiguió rápidamente en un local en el norte de la urbe. Sin embargo, en este tiempo Valentina ha palpado cómo este establecimiento pasó de ser el centro de reunión de grupos de amigos a estar casi ‘desierto’, por culpa de la delincuencia.

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En el vídeo se evidencia dos sujetos que se acercan a la cabina del conductor.

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“Cuando llegué acá a la ciudad ya estaban los problemas, pero no tanto como sucede ahora. Antes la gente venía al local y se tomaba sus cervezas, pero hace ya unos tres meses bajó la clientela. En este poco tiempo que llevo trabajando aquí en Guayaquil he visto un cambio radical en el local, al punto de que llegó a estar desierto”, relata mientras se soba las manos.

Los chongos pueden abrir de lunes a jueves de 18:00 a 00:00, mientras que los viernes y sábados atienden a partir de las 18:00 hasta las 02:00.

Valentina escogió a Guayaquil como su destino porque en Ecuador se maneja el dólar como moneda de transacción. Por esa razón, los dos primeros meses trabajando en el Puerto Principal fueron “de ganancias” para ella. Al tener un local donde ofrecer sus servicios, que funcionaba de lunes a sábado, podía llegar a reunir hasta 500 dólares a la semana.

“Al comienzo había clientes que llegaban en busca de tener relaciones sexuales. Incluso, se realizaban espectáculos para ellos y se podía trabajar todos los días, pero los delincuentes empezaron a frecuentar el local y por eso los clientes dejaron de venir. Y al no haber clientes, el establecimiento está a punto de cerrar”, comenta la señorita.

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Las personas deben caminar por la calle, porque las trabajadoras sexuales ocupan las veredas en varios sectores de la vía a Daule.EXTRA

Ante este problemático panorama, Valentina ha optado por buscar sus propios clientes en la calle durante el día. En el night club las trabajadoras sexuales cobraban entre 20 y 25 dólares por su servicio, incluida la habitación. En cambio, al no tener un lugar fijo, el valor mínimo es de 15 ‘latas’, porque además el hombre debe pagar el motel.

“Yo solo trabajaba en locales, pero ahora me toca ir a la calle. A todas las chicas nos toca hacer lo mismo. En la calle no me hago ni cien dólares a la semana, porque tampoco salgo en la noche por la inseguridad y no atiendo a personas que tienen aspecto de delincuente”, explica la venezolana. Pero adicionalmente allí tienen otro problema: son víctimas de ‘vacunas’ de $ 10 diarios por ocupar un espacio de las aceras. Es decir, como si fuesen autoridades, los hampones les cobran por estar en un espacio público.

“En la calle pasa gente rara en motos y carros, y hay veces que disparan al aire. A mí no me han molestado, pero a una compañera se la llevaron a golpearla por más de dos horas en un carro porque no accedió a pagar la ‘vacuna’. En un carro se hicieron pasar por clientes y se la llevaron. Si a mí me llega a pasar eso, prefiero irme del país. Acá matan por cualquier cosa”.

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SE HACEN NOTAR

Roberto trabaja en este mismo establecimiento afectado por las ‘vacunas’ desde que empezó a ser frecuentado por delincuentes, quienes también molestan a los clientes pidiéndoles que les paguen cervezas, la razón por la que ya no regresan en busca de diversión. ¡La ‘cuota’ mínima es una jaba de ‘bielas’!

“Ahora los ‘vacunadores’ entran en grupo al local y se hacen notar, porque empiezan a hacer bulla y realizan sus señas de bandas. Algunos clientes al ver eso se van, pero a los que se quedan los molestan, se les acercan y les piden que les paguen cervezas, y si no acceden los amenazan con que a la salida les van a hacer algo”, revela el guayaquileño, al tiempo de cuestionar que no tienen seguridad.

114 chongos funcionan en Guayaquil, según la Policía del Guayas.

“Nosotros hemos llamado a la Policía para decirles que nos vengan a ayudar, pero nunca vienen. Ante esto nos toca agachar la cabeza y atenderlos. Uno ni siquiera puede mirarlos a los ojos por temor a que reaccionen mal. Por este problema, muchos compañeros se han quedado sin trabajo”.

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Las sexoservidoras deben atender a sus clientes en moteles, ya que no están en un local.EXTRA

A PUNTO DE CERRAR

Mariuxi, administradora del night club, asegura que han sido víctimas de extorsiones desde hace un año. Sin embargo, no han aceptado las peticiones de los delincuentes y, ante las amenazas, prefieren cerrar definitivamente el establecimiento.

“Tras que el cliente ya no venía por la inseguridad de la ciudad, estos delincuentes te obligan a cerrar, porque llaman a amenazar de muerte a nuestros seres queridos. Además, como ya solo abrimos los viernes y sábados, esto ocasionó que tengamos que despedir personal y las sexoservidoras se fueron a trabajar a la calle”, indica.

Antes de las ‘vacunas’, señala Mariuxi, podían llegar a generar ganancias de hasta 9.000 dólares en la semana, un promedio de 35.000 mensuales, lo cual les permitía mantener a sus 20 empleados con un sueldo semanal de 130 dólares y tener liquidez para solventar los gastos de servicios básicos e impuestos de cada mes, unos $ 10.000.

"Antes las señoritas preferían venir a Guayaquil porque el negocio era bueno, pero ahora prefieren irse a otros países”.Mariuxi, administradora del night club
"He trabajado muchos años en este negocio y nunca hubo el riesgo de cerrar, pero ahora por las extorsiones dejará de funcionar”.Roberto, trabajador del local
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“Ahora ya no se llega ni a los mil dólares semanales. Nos quedamos solo con cinco trabajadores y ya llevamos varios meses que no podemos solventar todos los pagos, de manera que las deudas van aumentando. Por eso hemos tomado la decisión de cerrar pronto este local. Teníamos una sucursal, pero también la cerramos hace unos seis meses porque no accedimos a pagar la ‘vacuna’”, admite apenada.

  • La experta: "Los femicidios han aumentado por esto"​

Yelena Yela, abogada de la Familia y Violencia, explica que esta problemática ha incidido en el aumento del índice de femicidios en Ecuador este 2023. Según la Alianza Feminista para el Mapeo de los Femicidios en el país, más de 238 mujeres fueron asesinadas por razones de género.

“A todas las mujeres que están en situación laboral de calle el peligro las acecha en todo momento. El índice de femicidios en el país va aumentando por causa del crimen organizado que estamos viviendo, que se aprovecha de las mujeres”, argumenta la jurista.

Ante esto, Yela manifiesta que se debería realizar un programa para que las sexoservidoras no sufran a manos del hampa.

SIEMBRAN EL TEMOR

En los centros de diversión nocturna para hombres que están en la vía Perimetral, los ‘vacunadores’ les piden a los propietarios de los locales que paguen una ‘matrícula’ de 1.000 dólares y una cuota mensual del mismo valor, para que los dejen funcionar y sus clientes puedan divertirse sin problemas, devela una fuente a Diario EXTRA.

Incluso llegaron a secuestrar a varios dueños de estos establecimientos que no accedían a la ‘vacuna’ y algunos han sido obligados a cerrar definitivamente sus negocios.

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