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Diario Extra Ecuador

Elecciones: ¡Chao cucos de Carondelet!

El Palacio de Gobierno ya está limpiecito de las malas vibras. El próximo presidente no tendrá que preocuparse de los fantasmas que quedaron.

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Llueve frente al Palacio de Carondelet. No es un diluvio proveniente de la atmósfera. Son gotas de licor entreverado con canela, eucalipto y más, escupidas por Chonta Negra. Es la limpia para sacar los ‘demonios’ y energías negativas de la casa de Gobierno y para que el próximo presidente haga su trabajo sin pretextos.

Jueves 8 de abril. 12:30. Plaza de la Independencia. Turistas caminan por la calle García Moreno, niños juegan en las piletas, religiosos declaman pasajes bíblicos...

Entre tanta gente se abre camino Rafael Simba, conocido entre los curanderos como Chonta Negra. Viste un poncho oscuro con franjas de colores.

Lo acompañan dos ayudantes y futuros chamanes, quienes llevan los elementos para ‘bendecir’, desde afuera, el ‘hogar’ del próximo mandatario que hoy será elegido.

La bandera tricolor flamea desde lo alto del palacio. Los rayos de sol castigan la piel. El débil viento no le permite a los ayudantes prender cuatro velas blancas. Tras varios intentos lo logran y las ubican frente a la entrada principal de Carondelet.

Chonta Negra calculó la energía que irradia el edificio. “Adentro es una pesadilla. Está peor que el coronavirus”.

Revisa sus maletas y como un francotirador que elige con cautela sus balas, el curandero saca los collares que le servirán de chaleco antibalas, o mejor dicho, ‘antiespíritus’. “Para hacer una limpia de lo que hay adentro, debo ir bien protegido. No quiero que se me peguen las energías negativas”.

Su ‘blindaje’ son collares elaborados con huesos de culebra, colmillos de tiburón y dientes de tigre. Todos estos previamente curados con agua florida y colonia.

En cambio, para atacar, el brujo saca dos botellas. La primera contiene trago mezclado con hojas de ruda, santa maría y laurel. La otra, según él, es la que limpiará las malas vibras. Esta también contiene licor, pero mezclado con cedrón, canela, hoja de naranja y eucalipto.

El curandero siempre ‘santifica’.

Chonta Negra proclama versos al aire y vacía la primera botella de trago en el suelo, en forma de cruz. Bebe un sorbo de trago, levanta su mano izquierda y agita en el aire un ramo de surupanga (planta amazónica). Invoca a los espíritus de los diferentes cerros que rodean a Quito.

Eleva los brazos, mueve su cabeza cubierta con plumas de gallinazo y, con dirección al palacio, grita: “Que se vaya todo lo negativo y que llegue un presidente que valore al pueblo”.

El ritual lo repite por aproximadamente 20 minutos y antes de cerrar la ceremonia, riega la ‘botella dulce’ encima de las velas prendidas y concluye.

Decenas de personas lo ven con asombro. Entre ellas Carmen Guamán, quien al percatarse de que se trata de una limpia le pide que “saque todo lo malo que dejó el anterior Gobierno”.

Antes de marcharse, Chonta Negra cura sus elementos y advierte que su trabajo está listo, “ya está libre de cucos (Carondelet). Aunque ya sé quién será presidente” y se despide con una leve sonrisa.

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