¿Le sorprende ver que una persona se ‘pega’ dos jabas de bielas y está ‘como el pavo’, pero otra se toma un vasito y le duele la cabeza?… Esto ocurre por varios factores, dice la psicóloga clínica Lizbeth Lascano, quien sostiene que la cantidad, el tipo de sustancia alcohólica, la personalidad y constitución biológica influyen.

“Hay que darse cuenta hasta cuándo el cerebro soporta el metabolismo del alcohol en el organismo, mientras más pequeñas sean las ingestas, más efectos”, manifiesta la especialista en salud mental.

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Su colega Rafael Santamaría señala que el trago puede alterar el juicio y la conducta de una persona, incluso de las ‘zanahorias’, llevándola a situaciones vergonzosas, peleas, revelación de secretos o incluso problemas legales, ya que el alcohol puede disminuir la inhibición y aumentar la impulsividad.

“Se puede distorsionar su imagen, afectando la percepción que tienen los demás del individuo. Esta transformación por el alcohol puede causar diversas reacciones en los niños y la familia, desde miedo o burla hasta compasión. Puede generar tensiones familiares y afectar la imagen que los hijos tienen de sus padres”, dice el experto.

TIPOS DE BEBEDORES

Según el fisiólogo e investigador estadounidense Elvin Morton Jellinek, hay una clasificación:

EXTRA TIPS

- Sácalo del ambiente en el que está y llévalo a otro. Si está cargoso, se pone a llorar, empieza a armar ‘pito’ por las puras o está en calidad de ‘paquete’, Llévalo a que descanse en otra habitación y que alguien se haga responsable de él. Si causa desmanes o está muy belicoso, toca llamar a familiares, guardias o policías.

- No ‘camufle’. Hacerlo es pretender ante los demás que la persona está bien y que no pasa nada, lo ideal sería que cuando le hayan pasado los efectos del alcohol, aconsejarle que modere su consumo porque cuando pasa su nivel de resistencia hay consecuencias.

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