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XAVIER MENENDEZ
El 'clack': lo que hay detrás del golpe de abanico en la comunidad lgbtiq+
Este gesto sonoro, presente en conciertos como el de Lady Gaga, se ha vuelto símbolo de lucha, arte y resistencia 'queer'
La multitudinaria coreografía de abanicos con los colores del arcoíris y el particular sonido que producían al moverlos durante el concierto de Lady Gaga en la playa de Copacabana, en Río de Janeiro (Brasil), en mayo de este año, al ritmo de ‘Born this way’, no fue producto de una coincidencia. Era el clack, un ícono dentro de la comunidad LGBTIQ+ y un gesto expresivo cargado de actitud y resistencia.
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Y en ese histórico show de Gaga, conocida por su activismo y apoyo a la diversidad, aquel sonido retumbó aún más. En Ecuador también resuena. Ese golpe seco que produce un abanico al abrirse y cerrarse con fuerza se escucha en fiestas, discotecas, eventos drag y otros espacios de la comunidad.
El maquillador y ‘drag queen’ Xavier Andrés Menéndez tiene ocho abanicos, de los cuales ha tenido que reparar la mitad por el constante uso. “Generalmente se utilizan para llamar la atención. Es una explosión artística, porque hay que tener técnica para seguir el ritmo de la música con el clack. No es fácil”, asegura.
Agrega que actualmente este sonido ha reemplazado los aplausos en cualquier show drag. “Para mí, es la máxima expresión de un sonido que da vida y sube la energía”.

Con el tiempo, ese gesto se ha expandido. El clack se ha convertido en un código: una forma de celebrar, de interrumpir con estilo o de mostrar aprobación en medio de un show. Es un acto de empoderamiento y diversión.
¿Por qué un abanico?
Históricamente asociado a culturas como la asiática, el flamenco español y las cortes europeas, el abanico encontró un nuevo significado dentro de los espacios ‘queer’.
“Su uso viene desde los ‘ballrooms’ o salones de baile de los años 80 en Nueva York, donde afroamericanos y latinos LGBTIQ+ crearon espacios para expresarse, y ese objeto comenzó a usarse como parte de sus shows”, explica el artista drag Nacho Cheddar.
Junto al ‘voguing’ (poses inspiradas en revistas de moda e influenciadas por el jazz y el ballet), el abanico aportaba dramatismo, sensualidad y presencia.
“Todos recordamos a Locomía con sus abanicos enormes y a Madonna en los 90 usando el abanico en la canción ‘Vogue’ junto a su cuerpo de baile”, detalla Nacho, quien desde que empezó a presentarse con maquillaje y traje de fantasía hace dos años, lleva siempre este accesorio, incluso para sobrellevar el calor de toda la parafernalia que carga encima.

“Aquí estamos”
“Cuando lo abres y lo haces sonar con fuerza significa: ‘Aquí estamos, somos visibles’, sin necesidad de decir nada”, afirma Omar Caicedo, empresario de discotecas gais. Según comenta, el abanico no solo enfría el ambiente, también calienta el ánimo. Es un símbolo de libertad e irreverencia.
“Quienes pertenecemos a la comunidad LGBTIQ+ hacemos que cosas sencillas, como por ejemplo el clack de un abanico, se conviertan casi en una fuerza política. Es como plantarse y decir: ‘Aquí estamos, con toda nuestra majestuosidad, con nuestra energía y diversión. A pesar de lo malo, aquí seguimos de pie’”, recalca la actriz y activista Doménica Menessini.
Para ella, quien actualmente reside en Estados Unidos, la comunidad es justamente eso: “El clack de un abanico es tan potente que, si nos unimos todos, se escuchará alrededor del mundo. Tal como pasó en el último concierto de Lady Gaga en Brasil”.
Emprendimiento
Los abanicos también representan una fuente de ingresos. Para Gabriela Ortiz y Génesis Cedeño, la venta de este artículo en discotecas y eventos ‘queer’ se ha convertido en un emprendimiento. Ambas socias decidieron, hace un año, importarlos desde EE. UU., convirtiéndose en sus principales distribuidoras.
“Vienen con la firma autorizada del importador y están confeccionados en tela y bambú. Es este material, junto con la técnica, lo que permite que el clack suene con fuerza”, explican.
Los abanicos miden 28 centímetros, vienen con frases llamativas y colores representativos de las banderas de las comunidades gais y trans. Además, las socias ofrecen el servicio de reparación a bajo costo, especialmente cuando el uso constante rompe el remache que une las tablillas que sostienen la tela.