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A clases entre basura y adictos en sector del suburbio de Guayaquil
En un parque a pocos metros de un colegio, nadie logra sacar a la ‘mala junta’.
Agarrando fuerte de la mano a su hijo, acelerando el paso para no cruzarse con ninguna persona indeseable y tapándose la nariz para hacer frente a los nauseabundos olores de la basura: así deben caminar los padres que día a día tienen que ir a dejar a sus vástagos a una escuela ubicada en las calles 26 y N, en el suburbio de Guayaquil.
El problema radica en que el parque ubicado a menos de 50 metros de la unidad educativa ha sido tomado por los consumidores de droga, malandros y recicladores, quienes hacen de las suyas en el sitio, lo que espanta a cualquier niño que pretenda divertirse en los juegos infantiles y a los jóvenes que quieran pasar el rato.
“Como lo ve ahorita, así pasa todo el día. Puede ver la cantidad de fumones que hay ahorita (16:30). En la noche viene el triple. Esto es un fumadero, un regadero de basura, una guarida de delincuentes”, se quejó el propietario de una tienda aledaña, que endilga la culpa a la falta de presencia policial y al descuido municipal, que no da mantenimiento a la infraestructura.
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Son avezados
Otros vecinos coinciden con el comerciante. Aseguran que jóvenes se meten a toda hora y se drogan a vista y paciencia de todos los residentes e incluso se ponen violentos con quien pretenda que se vayan del sitio.
Durante la tarde del lunes 26 de mayo, EXTRA corroboró la presencia de al menos 20 personas reunidas en el lugar, muchas de ellos fumando o inhalando sustancias. Un grupo de policías motorizados llegaron al sitio e hicieron un cacheo, pero no les encontraron nada.
“No nos vamos a ir ni v...”, dijo uno de los consumidores cuando lo soltaron. El grupo salió del parque, pero un minuto después de que los uniformados se retiraron, ellos retomaron el control del sitio y continuaron la fumadera.
“Si ni a los policías respetan, imagínese con nosotros”, comentó una vecina del lugar, sin identificarse, por temor a represalias.
La cura es peor que la enfermedad
La señora agregó que el problema de los fumones lo agrava un contenedor de basura colocado en el sitio por Urvaseo, porque los chamberos no dejan una sola funda sin destruir y su contenido queda esparcido por todos lados.
“Cuando no estaba el contenedor, los chamberos venían de uno en uno, o veían que ya alguien se les había adelantado y dejaban ahí (los desperdicios). Ahora, como todos vienen a dejar la basura, (los recicladores) vienen todo el día y a toda hora a revolver todo y luego se quedan ‘haciendo zona’”.
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Y explicó que “al principio sí funcionó porque había un guardia que evitaba el reguero, pero lo sacaron y ahora es peor. Hay cualquier cantidad de cucarachas, ratas. Y los rateros (ladrones) también abundan”.
“Uno tiene que venir a ver a los niños sí o sí, no hay cómo dejarlos caminar solos por aquí”, agregó la madre de un estudiante, mientras esperaba su salida de la escuela
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