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La colada de churos es una tradición que está latente en el sur de Quito.Gustavo Guamán

Colada de churos: Una deliciosa tradición del sur de Quito

A base de harina de haba, esta sopa es el plato estrella de una picantería, ubicada en la calle Balsapamba, por la zona de La Mena 2. Aquí la historia

Una gama de platillos típicos se exhibe dentro de la Picantería Consuelito, un rinconcito tradicional ubicado en la calle Balsapamba, en el sur de Quito. El aroma de las frituras y caldos se mezcla en el ambiente, pero hay un olor particular que delata lo que muchos vienen a buscar.

Es la colada de haba, que se sirve humeante, recién salida de la hornilla. “Tiene que servirse hirviendo para que nuestros clientes la disfruten como se debe”, dice María Luisa Chuchimbe, fundadora del restaurante, quien junto con sus hijos ha dado fama al lugar.

Sin embargo, hay un ingrediente que la hace única: los caracoles andinos, conocidos en la Sierra como churos. Por eso, esta sopa ganó un apodo sabroso: colada de churos, que siempre llega a la mesa con una generosa porción de estos moluscos.

La historia de la picantería Consuelito en el sur de Quito

“El negocio empezó con mi abuelita, que cocinaba en el patio de la casa. Luego lo heredó mi mamá”, cuenta Miriam Velasco, hija de María Luisa y la guardiana de la sazón familiar.

Con el tiempo, su sabor se volvió tan popular que decidieron abrir un local más amplio. Así, la colada de churos conquistó más paladares, junto con el caldo de 31, tortillas y otros platos tradicionales que ya son sello de la casa.

“Buscamos siempre lo mejor. Por eso cada semana hacemos dos viajes: uno a Latacunga y otro a Ibarra”, explica Miriam. La primera parada, en la capital de Cotopaxi, es para conseguir la mejor harina de haba y de arveja, esenciales para la colada. El segundo destino, Ibarra, es clave para comprar churos limpios, listos para cocinar.

Con todos los ingredientes a la mano, María Luisa, Miriam y su equipo se levantan cada día a las 02:00 para iniciar la faena. Mientras la colada se cocina lentamente, los churos se curten con limón y cebolla blanca. A las 07:00 en punto, el manjar está listo para servirse a los primeros comensales que llegan, guiados por el olor y la tradición.

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