El miedo y la preocupación fueron los compañeros principales durante la consulta popular y referéndum no solo para quienes salieron de sus casas a sufragar, sino también para las personas que estuvieron como miembros de las juntas receptoras del voto.

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El domingo 21 de abril, en Durán, el segundo cantón con más muertes violentas del país (se han registrado 161 asesinatos en lo que va del año, 135 más que el 2023 en el mismo lapso), muchos de sus habitantes acudieron a las urnas solo con la cédula en mano.

El mayor temor de los residentes era ser víctimas del hampa y por eso evitaron dar ‘papaya’.

Sixto Domínguez salió a las 04:30 de su casa, ubicada en el recinto La Unión, en el kilómetro 12 de la vía a Durán-Tambo. Debía estar a las 06:00 en la Unidad Educativa Fiscal Durán, porque por segundo año consecutivo le tocó ser presidente de la mesa.

“Vine con el ‘Jesús en la boca’, salir de mi casa es muy peligroso, pero debía cumplir mi deber como ciudadano y también evitar una multa económica. Durán ha cambiado muchísimo, antes se podía caminar con tranquilidad, ahora matan a diario, da terror”, contó, mientras firmaba las papeletas de votación.

A este establecimiento educativo, uno de los 29 recintos electorales con los que contó Durán, llegó Daniela Castro acompañada de su hermana, su hijo y su sobrino de 4 meses. En su bolso solo guardaba un pañal y pañitos húmedos, todas sus pertenencias las dejó guardadas, por el temor de que en el camino sean asaltados.

“Andamos con miedo, preferimos venir en familia. Durán es demasiado inseguro, a diario se escucha que roban, matan y ‘vacunan’, ya no se puede salir”, expresó.

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