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La Covid-19 y la corrupción se volvieron 'panísimas' en Ecuador

Los escándalos en el sistema de salud se revelaron durante la pandemia. Y los más afectados fueron los pacientes

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La atención al paciente se salpicó por casos de corrupciónANGELO CHAMBA

La pandemia de COVID-19 no solo mostró una ola de contagios y muerte en el país. Tras de sí se destaparon casos de corrupción cometidos desde marzo.

La Fiscalía detalló que en 10 provincias se detectaron estos hechos, aunque se extendería a otras 12 y donde hubo más fue en Guayas (8), Los Ríos (8) y Pichincha (6).

En los primeros días de abril se denunciaba que se adquirieron mascarillas con sobreprecio en el hospital Teodoro Maldonado Carbo, en Guayaquil. De 4 dólares pasó a 12.

En dichas investigaciones saltaron nombres de hospitales, tanto de la red del Ministerio de Salud como del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (ver antecedentes).

Por esto se creó una Fuerza de Tarea para indagar casos que, hasta noviembre, fueron de peculado (21), asociación ilícita (1), cohecho (3), concusión (2), delincuencia organizada (2), tráfico de influencias (3) e incumplimiento de decisiones de autoridades competentes (1).

Hasta noviembre, la Fiscalía abrió 33 procesos, 28 de los cuales están en investigación previa y cinco en instrucción fiscal. Entre los nombres que cobraron relevancia durante estas diligencias están Daniel Salcedo, quien fue condenado a cuatro años por fraude procesal y que fue indagado por casos de corrupción en hospitales de Guayaquil.

Para mayo apareció el nombre del hospital de Los Ceibos, donde se compraron fundas para cadáveres también con sobreprecios. Aquí surge el nombre de Daniel Salcedo.

También entró a la lista su entrenador personal Abraham Muñoz señalado por vender medicamentos donados al IESS para combatir el COVID y Noé, hermano de Salcedo. Y alrededor de ellos aparecieron personajes políticos como Abdalá Bucaram Ortiz, expresidente de la República, y sus hijos Dalo y Jacobo.

El pueblo sufrió

Hasta el momento, los perjuicios económicos totales no han sido calculados debido a la amplia gama de casos de corrupción. Lo que sí quedó claro es que esto perjudicó de manera directa a la atención de los pacientes en la pandemia.

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Ángel Jaramillo pasó en su casa todo el lapso que estuvo enfermo.Cortesía

Ángel Jaramillo fue uno de los afectados durante la crisis sanitaria. “Cuando fui a un hospital dijeron que no tenían ni siquiera oxígeno. Había gente tirada en el piso y no quería morir así”. Jaramillo, de 46 años, se refugió en su hogar en Quito durante un mes y su esposa, quien es enfermera, le salvó la vida. “No recibí una sola ayuda del Estado”, asegura, ya que toda la medicación la pagó de su bolsillo.

En este contexto salta Abraham Muñoz, entrenador de Daniel Salcedo, como el implicado en vender medicinas donadas al IESS.

Algo similar lo vivió Juan Manuel López, gestor cultural y comunicador de la capital. Mientras la estela de corrupción llegaba a sus puntos más altos, él se recuperaba en su casa junto a su esposa e hijos.

“Nos dio miedo ir a los hospitales porque corríamos el riesgo de morir”. Con la ayuda de un médico particular no tuvo más opción que comprar medicinas y salvarse sin la ayuda del sistema de salud.

Enfermedades catastróficas, también en deuda
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Plantón por la salud fue el eslogan que varias asociaciones piden al gobierno que aporten con insumos médicos para enfermedades catastróficas.Gustavo Guamán

Pero no solo los pacientes de COVID fueron los afectados por este problema. Personas con enfermedades catastróficas también sufrieron por la corrupción y la falta de medicamentos.

Una de ellas fue Patricia Angulo, quien padece cáncer de mama desde hace cinco años. Las quimio y radioterapia los complementa con pastillas.

Antes de la pandemia, cuenta, las conseguía en los hospitales del IESS en Quito, pero durante el confinamiento las compró en farmacias a 45 dólares.

Se destapó la noticia que caducaron medicamentos en hospitales del IESS, en todo el país, una pérdida estimada de 5.3 millones de dólares.

Gustavo Dávila, coordinador general de la Alianza Nacional por la Salud (ANS), culpa al corrupto manejo de la salud por el sufrimiento de los enfermos.

“Mientras se ha denunciado a personas por este tipo de actos y se botan medicamentos caducados, hay gente que clama por esa medicina y por justicia”. Y la consecuencia de todo esto, a decir de Dávila, es nefasta.

La ANS engloba a 30 organizaciones que representan a enfermos de diversas patologías y estima que un 40 por ciento de aquel grupo ha dejado de tomar sus medicamentos en el país. Incluso, a causa de esto, Dávila está seguro que muchos fallecieron.