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Drama: Madre e hijo con alma de guerreros

Un niñito perdió la vista por culpa de un agresivo cáncer. Sin embargo, él y su progenitora luchan para salir vencedores. 

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Rosy cuida de su pequeño y lucha para que acceda a la educación.Cortesía

Rosy Álvarez peleó ‘cara a cara’ contra el cáncer. La mujer, nacida en Latacunga, Cotopaxi, no podía permitir que la muerte le arrebatara al más pequeño de sus tres hijos. Así que se transformó en una súper guerrera para salvarlo. Y lo está logrando.

Por el momento, Marcelito, de 4 años y 11 meses, está estable. Mientras tanto, ella reza para que el ‘monstruo’ de la enfermedad no regrese a apoderarse del cuerpo de su niño.

“Los doctores dicen que el cáncer puede volver y aparecer en su cerebro, en sus piernitas, en cualquier parte”, cuenta. Ella ruega para que no suceda.

Su lucha comenzó cuando Marcelito tenía cinco meses. “Le noté un brillo extraño en los ojos y lo llevé al hospital”. Allí le diagnosticaron la enfermedad en las retinas. Nada pudieron hacer para que conservara el ojo izquierdo.

Pese a que el cuadro era desalentador (ya que Rosy tenía que hacerse cargo de sus otros dos hijos) decidió no darse por vencida. Tocó varias puertas y así Marcelito recibió quimioterapias y terapia láser para que mejorara.

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En ese momento, la madre tuvo que armar maletas y mudarse a Cali, Colombia, donde le ofrecían otro tratamiento a su pequeño. “Tuve que dividir mi alma y encargar temporalmente a mis otros niños para viajar”.

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A los cinco meses, el bebé perdió el ojito izquierdo.Cortesía

Allí pasó seis meses. Alquilando cuartos y racionando la comida para que no se terminara. “Hicimos muchos sacrificios”, rememora.

Sin embargo, no hubo un final feliz. El cáncer era demasiado agresivo y, poco a poco, fue plagando el ojo derecho hasta devorarlo por completo. A los tres años se lo sacaron.

Aunque Marcelito perdió la vista, su sonrisa no ha desaparecido. “Es un niño muy inteligente. Por eso lucho para que no le falte el estudio”.

Pero los obstáculos se ensañan con ella. Rosy trató de inscribir a su chiquito en una escuela cercana. No lo aceptaron. Le dijeron que no estaban en condiciones de educar a un niño no vidente.

Hizo un reclamo y al no obtener respuesta buscó cupo en otra escuela. “Logré inscribirlo y eso me pone muy feliz”.

El día a día

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Tres años más tarde, Marcelito fue sometido a otra cirugía. Le sacaron el derecho también.Cortesía

Aunque Marcelito se ha adaptado a no tener sus ojos, ha sido difícil su recuperación. La madre batalla todos los días para juntar los fondos necesarios para cobijar a sus hijos bajo un techo, alimentarlos y costear las prótesis que el niño debe cambiar cada seis meses. “Es porque crece. Cada una cuesta 800 dólares. Es complicado juntar el dinero sin un trabajo estable”, aclara.

Los médicos entienden la situación y tratan de agrandar las prótesis un tiempito más, pero luego la situación se vuelve insostenible.

En ese momento llega la ayuda. La Fundación Jóvenes contra el Cáncer, por ejemplo, jamás la ha desamparado. Han hecho varias actividades solidarias para que el pequeño siga en su lucha “viendo con el corazón”.

Si usted puede ayudar a esta familia, por favor comuníquese al teléfono 098-349-9619.

Hacen colectas por los enfermos

Gustavo Dávila, director de la Fundación Jóvenes contra el Cáncer, dice que la crisis que vive el sector de la salud ha puesto en una situación extrema a los pacientes con enfermedades catastróficas y huérfanas. Desde la organización han tenido que acomodarse para juntar dinero para medicinas y tratamientos. El sábado se realizó una caminata por los pacientes oncológicos. “Es una enfermedad que no discrimina. Niños, jóvenes, adultos... puede ser cualquiera”.

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