Noventa y ocho días después de haber sobrevivido a una masacre, Francisco (nombre protegido) volvió a salvarse de la muerte. El pasado 6 de marzo fue testigo del ataque armado que dejó 22 personas asesinadas en Socio Vivienda 2, en el noroeste de Guayaquil. Y ayer por la mañana, la tragedia lo volvió a rozar: su amigo y vecino Carlos Javier Borja Ayoví fue asesinado a tiros mientras conversaban en la calle.

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“He visto la muerte tantas veces. Vivir en Socio Vivienda es aprender a sobrevivir. En marzo las balas me pasaron rozando la cabeza. Esta vez logré meterme a mi casa a tiempo, pero mi pana Musculito (Carlos) no alcanzó a correr. Al primer disparo cayó desplomado. Era un ‘pelado’ sano. Después de la masacre se fue del barrio por miedo y regresó hace pocos días… Volvió para morir”, relató Francisco con voz quebrada.

Francisco no solo ha sido testigo y sobreviviente de estos dos hechos violentos, sino también de múltiples episodios atroces que marcan la cotidianidad de este conflictivo sector. Socio Vivienda, parte del distrito Nueva Prosperina, es el territorio con más crímenes registrados en la Zona 8 y en todo el país, con 371 muertes violentas en lo que va del 2025.

“Una vez estábamos en una fiesta con mis ‘panas’. A uno se le ‘rayó el disco’ y gritó: ‘¡Mátenlo y desaparezcan el cuerpo!’. Lo desmembraron delante de nosotros… pero aquí nadie dice nada. Hablar puede costarte la vida”, aseveró.

Socio Vivienda se ha convertido en una zona marcada por la violencia armada, el desplazamiento forzado de familias y el control territorial de grupos criminales. Para muchos, como Francisco, vivir allí es resistir en medio del temor y el silencio.

La madre de Carlos Javier narró que su hijo, el tercero de ocho hermanos, apenas tenía unas semanas de haber regresado al sector. Minutos antes del atentado, había vuelto del plantel educativo donde estudian sus hijas. “Mi hijo vendía cocada en los buses. Estaba conversando cuando recibió los disparos. Él se había ido tras la masacre, pero volvió hace poco”, lamentó la mujer.

Ese mismo día, minutos antes, a seis cuadras de donde asesinaron a Carlos Javier, sujetos armados que se movilizaban en una camioneta dispararon contra una vivienda esquinera en la manzana 11. Luego irrumpieron en el inmueble y sometieron a ocho integrantes de una familia.

“A mis hijos los hicieron arrodillarse, los encañonaron. Decían que eran policías, pero eran delincuentes. Estamos cansados de esta guerra entre bandas. Que se maten entre ellos, pero que nos dejen vivir tranquilos”, manifestó la dueña de la casa.

El teniente coronel Roberto Pastor, jefe del distrito Nueva Prosperina, informó que Musculito tenía antecedentes por robo y porte de droga. No obstante, aclaró que no se ha confirmado su vinculación a alguna organización criminal.

“Según testigos, los atacantes llegaron en dos camionetas: una blanca y una plateada, desde las cuales se perpetró el crimen”, señaló el oficial.

Moradores del sector La Barraca confirmaron haber visto vehículos con esas características. Incluso indicaron que, tras el ataque, los delincuentes habrían secuestrado a una persona, a quien luego liberaron a varias cuadras del lugar. (AEB)

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