La unión hace la fuerza. Así lo demostraron los moradores del barrio La Ferroviaria, sur de Quito, tras organizarse para frenar a la delincuencia y, de paso, a la pobreza.

Elsa Huilcazo, vicepresidenta del comité de seguridad, manifestó que a partir de un hecho violento decidieron unirse todos los vecinos para, primero, ahuyentar a los pillos.

“En diciembre de 2020, asesinaron a plena luz del día a un señor que repartía leche. Él se bajó a entregar el producto y ahí lo acribillaron dos tipos que le seguían en una moto”, relata.

Desde entonces, los habitantes de la zona se equiparon con cámaras de videovigilancia, alarmas comunitarias y se sumaron al chat de la Policía. Édgar Neto, jefe del circuito La Ferroviaria, indicó que los principales delitos que se cometen en este sitio son el robo a personas, vehículos, la venta y consumo de drogas.

“En las paradas de buses es en donde se reportan los robos, bajo la modalidad de arranche. Ahí hemos reforzado la presencia policial. La venta de droga se está controlando gracias a las denuncias de los moradores. Buscamos erradicar esta mala práctica”, añadió el uniformado.

Pero no todo es malo en el sector, afirmaron los vecinos. Como segundo objetivo, ellos también buscan reactivar la economía de algunos que perdieron su empleo desde el inicio de la pandemia. Por eso la directiva organizó la feria de emprendedores.

“Queremos que la gente tenga otra visión de este barrio. No todos somos malos. También hay gente muy trabajadora que quiere salir adelante. Organizaremos estos espacios cada mes, para que los vecinos puedan vender sus productos”, agregó Huilcazo.

Y ya lo hicieron durante el fin de semana. Sobre la calle Eduardo Morley se ubicaron carpas, en donde ofrecían comida típica, helados, manualidades para el hogar, chocolatería, bisutería, zapatería, artes plásticas, miniaturas en madera, entre otros.

Andrés Jácome vive en el sector hace 40 años. Contó que era la primera vez que veía una iniciativa de este tipo. También felicitó a los organizadores, no solo por ayudar a los demás, sino por querer cambiar la imagen de ‘La Ferro’.

“Es bonito ver que todos estemos unidos por un fin común. Lo único lamentable es saber que nuestro barrio está ahogado en el microtráfico y delincuencia”, precisó Jácome. Aunque para él es difícil pensar que algún día podrán salir de toda esta problemática.

Historia de superación

Mariana Racines tiene 65 años. Madrugó para alistar el calzado que expondría en la feria. Los lustró hasta que brillen con el sol y los colocó en fila sobre una pequeña mesa.

Hace dos años perdió su negocio de arreglo y confección de zapatos. La pandemia la dejó en la desocupación y hace cuatro meses decidió recorrer con su esposo las calles de Quito, para ganar el sustento.

“Confeccionamos mocasines. Nos demoramos dos días en hacerlo. Salimos a venderlos para ganar algo. Ahora con esta feria que organizó el barrio nos sentimos más apoyados. Espero vender mucho”, finalizó en medio de la algarabía de la gente que no quiere dejar morir a ‘La Ferro’.