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Galo Martínez Merchán y su lucha eterna por la libertad de expresión

Al cumplir un año de su sensible fallecimiento, Diario EXTRA recuerda la vida y obra de su fundador

Galo Martínez Merchán
El fundador de los diarios Expreso y EXTRA falleció a los 88 años en Guayaquil, la ciudad que lo vio crecer. Bolivar A. Parra

Galo Eduardo Martínez Merchán dejó de existir hace un año, pero su legado de un periodismo de calidad y de servicio a la comunidad sigue incólume a través de los diarios EXTRA y Expreso, que fundó hace medio siglo.

En el primer aniversario de su fallecimiento, vale recordar su perenne lucha por la defensa de la libertad de expresión. Don Galo, como cariñosamente lo llamaban sus colaboradores con respeto, cariño y admiración, aprendió que la política, que ejerció en sus primeros años, y el periodismo no podían ir de la mano, aunque ambas fuesen sus dos grandes pasiones. De allí que se decantó por lo segundo.

Velorio Galo Martínez Merchán
Una gran foto de Galo Martínez Merchán resaltó el día que se rindió honras fúnebres en su honorCarlos Klínger / EXTRA

Cinco renombrados periodistas en Ecuador y un escritor colombiano describen cómo Galo Martínez Merchán defendió el ejercicio periodístico. De allí que se lo recuerde como el caballero del periodismo.

El español Ricardo Arques recuerda lo que le expresó en el 2013 cuando lo recibió en su oficina para su segunda temporada en EXPRESO (2013-2018). “Me dijo: ‘Aquí me encuentra otra vez. Yo moriré en este lugar con las botas puestas’. Creo que con esa afirmación don Galo hizo, sin quererlo, la mejor definición de sí mismo. Y si la personalidad y la vida pudieran pintarse, el pintor haría así un cuadro en trazo grueso de don Galo: un vigilante permanente de la libertad y la calidad de la información entre aromas de café y nebulosas de tabaco”.

"La concebía (la libertad de expresión)como un requisito fundamental de la democracia basada en el reconocimiento respetuoso de diferencias", José Hernández, director de noticias de Ecuavisa

El colombiano José Hernández, hoy director de noticias de Ecuavisa, recuerda que “Don Galo no solo concebía la libertad como una condición del oficio al que consagró gran parte de su vida; la concebía como un requisito fundamental de la democracia basada en el reconocimiento respetuoso de diferencias. Entre ellas, la de pensamiento”.

Y ese, su legado, es el que difunde Rubén Montoya, ahora columnista de Expreso y catedrático de la Universidad Casa Grande. “Siempre buscó la mejora de los contenidos periodísticos porque creía que la buena información ayuda a tomar mejores decisiones al lector. Y tenía razón puesto que, sin conocimiento, la expresión no es libre ni autónoma”.

“Galo Martínez Merchán no concebía los mensajes sesgados y alejados de las bases honestas y democráticas”, resalta el sociólogo Edwin Ulloa. Y así se lo hizo saber a él y a todos los que se desempeñaron como editores generales, entre ellos Juan Carlos Calderón, de la revista digital Plan V, quien  recuerda que su apoyo tenía una sola condición: “rigurosidad profesional”.

Entre los escritores colombianos que lo conocieron, Alberto Salcedo Ramos cuenta su “experiencia inolvidable” con Galo Martínez en 2018, cuatro años antes de su deceso. “Había llegado a los diarios EXPRESO y EXTRA para dictar un taller de crónica. A primera vista, antes de que él hablara, me pareció un hombre vencido por los años. Después del saludo de rigor, empezó a hablar de periodismo, en particular de crónica y de cronistas. Y entonces vi que el aspecto de hombre envejecido que le vi al llegar había desaparecido por completo; ahora tenía al frente a un hombre enérgico, hermoso, y sus ojos azules brillaban llenos de vida. Esta pequeña historia lo define. Para don Galo, el periodismo no era una ocupación: era la vida misma. Por eso, recuperaba la energía cuando lo convertía en tema de conversación. Eso es amar el oficio. Eso es honrarlo. Ni más ni menos”.

Y Galo Martínez Merchán sigue viviendo, aunque no físicamente, en la historia del periodismo ecuatoriano y en los medios de comunicación a los que dedicó cincuenta años de vida, para engrandecerlos y servir a la sociedad ecuatoriana.