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“No maten a mi papito, por favor”, gritaban dos niños mientras asesinaban a su padre

Sicarios tumbaron la puerta y balearon a chiquitín delante de su esposa y de sus hijos. La víctima y sus familiares estaban dormidos cuando tres sujetos irrumpieron en su casa, en el noroeste de Guayaquil. Sospechan que reconoció a quienes lo asaltaron.

Karen Plúas (centro) presenció el crimen de su esposo y padre de sus hijos. Sus familiares le dan consuelo.
Karen Plúas (centro) presenció el crimen de su esposo y padre de sus hijos. Sus familiares le dan consuelo.JUAN FAUSTOS SANDOVAL

A los asesinos de Víctor Alberto Valencia Martínez no les conmovió que sus hijos estuvieran junto a él y que suplicaran por la vida de su padre. Sin temblarles las manos lo apuntaron con un arma de fuego y le descargaron ocho tiros que acabaron con su vida.

El crimen del esmeraldeño, de 33 años, ocurrió la madrugada del lunes 2 de enero, en la cooperativa Valle Hermoso, de Monte Sinaí, en el noroeste de Guayaquil.

Chiquitín, como cariñosamente sus familiares le decían a la víctima, estaba acostado junto a su esposa, Karen Plúas, cuando tres sujetos irrumpieron en su domicilio, a patadas tumbaron la puerta y una vez adentro lo liquidaron.

La cónyuge relató que era un poco más de la 01:00 cuando escuchó que unos individuos intentaban derrumbar la puerta de ingreso de su domicilio de caña y madera.

“Le dije: ‘Chiquitín, ándate, huye que vienen a matarte’”. Él le respondió que no la dejaría sola y se quedó en casa...

“Con su muerte no solo me dejó sola, sino destrozada y al cuidado de nuestros dos hijos”, relató llorando la viuda.

Karen recordó que sus niños de 12 y 9 años estaban acostados en la cama de al lado y por los gritos se despertaron asustados. “Mis hijos estaban aterrados. Le suplicaron a esos sujetos por la vida de su padre. ‘No maten a mi papito, por favor, no lo maten’, pero nada los condolió, le dispararon una y otra vez. Su cuerpo quedó junto a nuestra cama”, expresó.

Desde las 00:00 del 1 de enero hasta el cierre de esta edición, en el distrito Nueva Prosperina se registraron seis crímenes. 

La señora manifestó que por la oscuridad de la madrugada y porque los criminales se cubrían con pasamontañas no pudo ver sus rostros.

Otro pariente señaló que Chiquitín trabajaba vendiendo mariscos en las calles del noroeste porteño y que hace varias semanas fue víctima de asalto.

“Se le llevaron las cadenas que colgaban de su cuello. Creemos que los reconoció, pero no sabemos si fue por eso que lo mataron. No tenía antecedentes, trabajaba para darle de comer a sus hijos”, agregó.

La víctima era oriunda de Esmeraldas, pero tenía 25 años residiendo en el Puerto Principal. Sus restos serán sepultados en esta ciudad.