Un hombre que vendía rosarios fue hallado muerto en La Marín
Cuentan que cada noche pedía tres dólares para pagar un hostal barato donde dormir. Pero esta vez se quedó a la intemperie y no aguantó el frío.

No hubo familiares ni amigos en el lugar donde murió Manuel Carmona.
No hubo familiares que reconozcan al muerto ni que lloraran por su partida. La mañana de este 14 de febrero, el cadáver de un hombre fue hallado en La Marín, centro de Quito.
Deisy Alegría, comerciante de la zona, comentó que él se dedicaba a vender rosarios de metal. La mujer dijo que cuando no lograba reunir dinero, solía pedir tres dólares a los dueños de los negocios para dormir en un hostal del Centro Histórico.
Alegría recordó que la tarde y noche del domingo 13, el señor estaba sentado frente al centro comercial Montúfar con una botella de guanchaca en sus manos. “Se la pasó durmiendo”. Luego cayó un aguacero y él empezó a gritar del frío, por lo que algunos moradores le pasaron una cobija y el hombre se calmó por un rato.
A medianoche, luego de que Alegría cerrara su local, se acercó para ver cómo estaba y lo encontró con la cara hinchada. “También se había vomitado en su ropa. Pero todavía respiraba”, añadió.
Ayer, la guardia de un andén del Trole contó que desde que ella llegó, a las 06:00, el cuerpo de aquel hombre permanecía inmóvil. Según el informe policial, un funcionario del Municipio había hecho la alerta al ECU-911 a las 08:40.
Cuando los paramédicos arribaron al lugar confirmaron que el vendedor de rosarios ya no tenía signos vitales y que, según el primer chequeo, habría muerto de hipotermia.
El coronel Patricio Vargas, comandante del Distrito Manuelita Sáenz, indicó que luego de revisarlo, en la mano derecha tenía una manilla de las que suelen utilizar en las casas de salud para identificar a los pacientes. Entonces supieron que se llamaba Manuel Carmona y que tenía 58 años.
También observaron que tenía electrodos en su pecho. Según Vargas, Carmona habría sido atendido por una patología neumológica.

Se le paró el ‘guacho’
A esa misma hora, en el Parque Lineal de Solanda, en el sur de Quito, policías retiraban a los curiosos que querían ver el cadáver de Carlos Siza.
El ciudadano salió a trotar y al parecer le dio un paro cardíaco en la pista. Una de sus hermanas les dijo a los agentes que el hombre, de 58 años, ya había sufrido un ataque al corazón hace meses y estaba con tratamiento médico.