Tras una intensa espera marcada por la tradicional fumata negra, el cielo sobre la Plaza de San Pedro se iluminó con la esperada fumata blanca a las 18:08 (hora de Roma), 11:08 en Ecuador, anunciando al mundo que la Iglesia Católica tiene un nuevo Papa. La chimenea de la Capilla Sixtina, de donde emana el humo visible desde todos los rincones de la plaza, se convirtió una vez más en símbolo de esperanza y renovación.

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Apenas unos minutos después del avistamiento de la señal blanca, las campanas de la Basílica de San Pedro comenzaron a repicar con fuerza, confirmando que el Colegio Cardenalicio había alcanzado el consenso necesario. La multitud congregada en la plaza estalló en vítores, mientras millones seguían la transmisión en vivo desde distintas partes del mundo.

Como dicta la tradición, el anuncio oficial no es inmediato. El tiempo entre la fumata blanca y la aparición del nuevo Pontífice en el balcón varía, pero suele rondar entre 40 minutos y una hora. En este lapso, el Papa recién electo es conducido a la llamada "Sala de las Lágrimas", donde viste por primera vez los ornamentos papales, reza en privado y se prepara para enfrentar al mundo.

¿Cuánto se demora el anuncio del nuevo Papa?

Históricamente, el intervalo entre la fumata blanca y el “Habemus Papam” ha sido variable, dependiendo de factores como la logística, la edad o estado físico del nuevo Papa, o incluso el impacto emocional del momento. A continuación, un repaso de las fumatas blancas más recientes y cuánto tiempo tomó conocer al nuevo Pontífice:

Ejemplos históricos

• Francisco (2013): 1 hora y 6 min después de la fumata.
• Benedicto XVI (2005): 51 minutos.
• Juan Pablo II (1978): 27 minutos.
• Juan Pablo I (1978): 48 minutos.

Si el patrón se mantiene, el nuevo Papa podría ser presentado oficialmente entre las 18:45 y las 19:15 de Roma (entre 11:45 y 12:15 en Ecuador). No obstante, cada cónclave es único. En 2013, por ejemplo, muchos se sorprendieron cuando Jorge Mario Bergoglio, el hoy Papa Francisco, apareció en el balcón más de una hora después de la fumata, rompiendo las especulaciones de los medios que ya barajaban nombres erróneos.

El mundo aguarda ahora con atención las primeras palabras del nuevo líder espiritual de más de mil millones de católicos. ¿Qué nombre elegirá? ¿Qué líneas marcarán su pontificado? ¿Será un rostro conocido o una sorpresa inesperada? Lo cierto es que este nuevo capítulo en la historia de la Iglesia se está escribiendo en tiempo real, bajo la mirada expectante de creyentes y no creyentes por igual.

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