Pasadas las 14:00 (hora Ecuador) de este miércoles 7 de mayo, los fieles católicos vieron salir humo negro de la Capilla Sixtina, en El Vaticano. Allí 133 cardenales permanecen reunidos en el cónclave para elegir al nuevo Papa, tras la muerte de Francisco, el pasado 21 de abril.

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Tras los primeros resultados, miles de personas que permanecieron expectantes por horas se retiraban de la Plaza de San Pedro, según medios locales. El ritual católico en el que se elige al pontífice, con un total hermetismo, se inició con una misa en la Basílica de San Pedro, presidida por el cardenal Giovanni Battista Re. 

En su homilía, el cardenal Re, decano del Colegio Cardenalicio, hizo un  llamado a la unidad y a la comunión espiritual entre los 133 cardenales electores. “Debemos dejarnos guiar por la voluntad de Dios y no por intereses humanos”, expresó, en un mensaje que refleja la complejidad del momento que atraviesa la Iglesia.

A las 16:30 (hora local), los cardenales ingresaron en procesión a la Capilla Sixtina, donde realizaron el tradicional juramento de secreto. Con el solemne 'Extra omnes', se cerraron las puertas y se dio comienzo oficial al cónclave. En la tarde se celebró la primera votación, que resultó en fumata negra, señal de que aún no hay consenso sobre el nuevo pontífice.

¿Cómo serán las siguientes votaciones en el cónclave?

Se espera que a partir del jueves 8 de mayo se realicen hasta cuatro votaciones diarias —dos por la mañana y dos por la tarde— hasta que uno de los candidatos obtenga al menos 89 votos, equivalentes a una mayoría de dos tercios.

Entre los nombres que más suenan como posibles sucesores de Francisco están: Pietro Parolin, exsecretario de Estado del Vaticano; Matteo Zuppi, arzobispo de Bolonia; Luis Antonio Tagle, de Filipinas; y Jean-Marc Aveline, arzobispo de Marsella. También figuran los cardenales africanos Peter Turkson (Ghana) y Robert Sarah (Guinea), en lo que se perfila como uno de los cónclaves más diversos geográficamente, con representación de 71 países.

El proceso de elección se da en un contexto de grandes desafíos internos y externos para la Iglesia Católica, incluyendo tensiones doctrinales, reformas pendientes y una creciente presión social sobre temas como el rol de la mujer y la inclusión. La atención mundial permanece fija en la chimenea de la Capilla Sixtina, esperando la fumata blanca que anunciará al próximo líder espiritual de más de 1.300 millones de católicos en el mundo.

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