Cuando encontramos en las calles a los perros callejeros no sorprende verlos flacos, que se les note las costillas y hasta peleándose por un trozo de comida que sacaron de la basura o algún alma caritativa les haya lanzado. Eso es común.

Sin embargo, la historia de Krugets, un perro obeso que vive en la ciudad de Nizhni Nóvgorod, en Rusia, es totalmente salida de la realidad. Es callejero, sí, pero recontra que gordo. El animal fue encontrado por unos voluntarios que se sorprendieron al verlo.

El can aullaba de dolor todas las noches y apenas conseguía ponerse a cuatro patas por el insoportable dolor articular. Varias personas tuvieron que colocarlo en una gran báscula, y cuando esta registró su peso todos quedaron atónitos: Krugets pesó la friolera de 99,9 kilos (220 libras).

Nadie podía entender cómo un perro callejero podía llegar a pesar tanto. Aunque no hay datos certeros de cómo llegó a engordar, se cree que el perro merodea por un concurrido mercado donde la gente suele arrojar restos de comida.

“Es casi imposible realizarle un examen completo”, explican voluntarios. “Es necesario hacerle una radiografía, pero para llevarla a cabo el perro debe perder al menos 50 kg, porque los rayos simplemente no penetran en las articulaciones”.

“Por el momento, el perro ya ha sido examinado por un nutricionista, le hemos hecho análisis de sangre, pero serán necesarias muchas más pruebas para descartar patologías endocrinas”, declaró uno de los voluntarios que rescató a Krugets.

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