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Maternidad en Ecuador: ¿suficiente apoyo para lactar en público?
El tabú de amamantar en la calle aún pesa. Diana Velásquez, mamá y creadora de contenido, enfrentó críticas en redes por darle el seno a su hijo
“He vivido en carne propia lo que significa salir con mi bebé y no encontrar un lugar apropiado para alimentarlo. En una ocasión, utilicé un lactario en un centro comercial y me sorprendió: era limpio, cómodo y con luz regulable. Sin embargo, estos lugares son la excepción, no la regla. No hay suficientes lactarios en Guayaquil”, opina Emily Núñez, madre lactante.
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La maternidad, a pesar de ser celebrada con bombos y platillos cada mes de mayo, sigue enfrentando desafíos estructurales cuando se vive en movimiento, fuera del hogar. Uno de los más recurrentes: la falta de espacios adecuados para amamantar. Aunque desde 2014 la Ley de Promoción y Apoyo a la Lactancia Materna exige a instituciones públicas y privadas contar con ambientes apropiados, su implementación todavía es desigual y limitada.
Una ley que aún no se cumple del todo
La normativa busca garantizar que toda madre pueda alimentar a su hijo de manera digna, segura y tranquila. También se apoya en el artículo 43 de la Constitución del Ecuador, que obliga al Estado a brindar atención especial a mujeres embarazadas y en período de lactancia. Sin embargo, en ciudades como Guayaquil, los lactarios —espacios acondicionados con sillones, lavamanos, refrigeradores y material informativo— siguen siendo escasos o invisibles para muchas mujeres.
Hasta marzo de 2025, Quito tenía 625 salas de apoyo a la lactancia materna (lactarios) en empresas públicas y privadas. En Guayaquil, Durán y Samborondón, hasta abril de este año, 145 empresas e instituciones contaban con estos espacios.
“Definitivamente no hay suficientes como para sentirnos seguras de encontrar una estación de lactancia cuando la necesitamos”, sostiene Núñez. Ella resalta la urgencia de implementarlos en centros comerciales, supermercados, áreas recreativas, lugares de trabajo y hospitales: “Son espacios clave donde muchas veces necesitamos ese apoyo extra para seguir dando lo mejor a nuestros hijos”.
Como profesional del marketing, también enfatiza el valor que estos espacios representan para la imagen de instituciones y empresas: “Brindar soluciones reales a las madres no solo dignifica nuestra experiencia, también ayuda a prevenir la desnutrición infantil y favorece una crianza más sana desde el inicio”.

En Ciudad Comercial El Recreo, en Quito, hay un lactario adecuado con sillas cómodas y cambiador, en colores pastel que relajan la vista para los bebés. Marianela Berrazueta, administradora de este centro comercial, explica que estos espacios deben cumplir requisitos básicos: “No se trata de simples cuartos cerrados, hablamos de ambientes pensados desde el respeto y el acompañamiento”.
Lactar en la calle: entre la vergüenza y la necesidad
Jamie Montero tiene 23 años y vive en Urdaneta, Los Ríos. Viene con frecuencia a Guayaquil, ciudad donde también residió un tiempo. Aunque sabe que hay lactarios en algunos sitios, admite que nunca ha utilizado uno porque simplemente no los ha encontrado: “Imagínate que soy una persona que recorre mucho y no, o sea, si en mis recorridos no lo he visto, significa que no hay lo suficiente tampoco. Centros comerciales, por ejemplo, no he visto ninguno”.

Su testimonio revela una realidad paralela: la desinformación. A veces, aunque existan lactarios, no hay señales, orientación o campañas que los hagan visibles. “Más que lactarios, hace falta información. Pueden haber, pero ni te enteras que existen”, reflexiona.
Antes de convertirse en madre, Jamie veía con incomodidad el acto de amamantar en público. Hoy, su perspectiva ha cambiado radicalmente: “Cuando me tocó a mí, cogía una mantita y me la ponía encima, sentía que la estaba ahogando. Estaba en un patio de comidas. Entonces dije: ‘No, ahora entiendo todo’. Prefiero que todo el mundo esté incómodo viéndome a tener a mi hija con hambre”.
Jamie también ha enfrentado el juicio de las miradas ajenas, pero aprendió a priorizar lo esencial. “Ya ni siquiera te importa. Lo único que te importa en ese rato es darle de comer a tu nena”.
Un llamado en el Día de las Madres
Jamie deja un mensaje claro para las autoridades y la sociedad: “Hay muchas cosas dentro de la maternidad que no se les da importancia hasta que las vives. No solamente habría que aprovechar el Día de las Madres para hablar de este tema: las mujeres dan vida a diario. Crear espacios adecuados para amamantar o cambiar a un bebé es urgente. Y sobre todo, que estén realmente pensados para ellos, no al lado de un baño”.

“No es exhibicionismo, es hambre”
Con Noah, su bebé, bebiendo de su seno, la creadora de contenido Diana Velásquez publicó recientemente un video en TikTok que ha generado tanto aplausos como críticas. “Los bebés no pueden esperar a llegar a casa para comer”. Su intención, dice, fue clara: normalizar la lactancia materna, especialmente en lugares públicos, donde muchas mujeres se sienten observadas o juzgadas.
“Yo desde el principio nunca sentí vergüenza de dar pecho. Pero al compartir momentos así en redes sociales, me empezaron a llegar críticas. Me decían que me tapara, que no debía mostrar eso. Y ahí me di cuenta de que aún hay un gran tabú”, explica Diana a EXTRA.
Su caso llama la atención no solo por el mensaje, sino por el contexto. Diana vive en Chone, Manabí, en una finca de la parroquia rural Convento. Desde niña, observó a las mujeres de su familia amamantar con total naturalidad. Nunca lo vio como algo que debiera esconderse ni que necesitara permiso o explicación.
Por eso, al toparse en redes con debates, críticas y hasta censura hacia madres que publican fotos dando de lactar, no puede evitar sentirse confundida. “Me sorprende que algo tan humano cause tanta polémica. Para mí, es lo más normal del mundo. Incluso me decían: ‘Solo te sacas el seno para facturar’”.
@dianavelasquez297 👩🍼👩🍼👩🍼👩🍼👩🍼👩🍼👩🍼
♬ sonido original - Diana Velázquez
Para Diana, lo grave es que ese tipo de críticas no solo vienen de hombres con actitudes morbosas, sino también de otras mujeres. “He escuchado a mamás decir que no amamantan en público porque sienten que un hombre las observa con morbo. Y eso me duele, porque no se trata de un acto sexualizado, es una necesidad básica del bebé”.
Su video se volvió viral precisamente por ir en contra de esa idea. Con imágenes sencillas pero poderosas, muestra momentos cotidianos de lactancia mientras lanza un mensaje firme: “Si normalizamos tantas cosas en redes, ¿por qué no esto, que es natural y vital?”
Diana asegura que seguirá publicando este tipo de contenido para visibilizar la maternidad sin filtros. “Tengo cientos de videos guardados. Me falta tiempo, pero voy a seguir respondiendo a esos comentarios con más videos. No quiero que otra madre se sienta mal por alimentar a su hijo”.
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